miércoles, 12 de noviembre de 2014

Personalidad y su relación con otras patologías mentales

Las diferentes estructuras de personalidad presentan una tendencia a desarrollar ciertos trastornos mentales, cuya aparición, además se ve determinada por ambientes favorables o adversos. Si bien es cierto que las personalidades no son un sinónimo de salud o patología, la estructura neurótica se estima como aquella que provee una mejor adaptación y por ende a menos patologías adyacentes. Lo frecuente acá son descompensaciones que se expresan en trastornos ansiosos, conversivos, disfunciones sexuales en el adulto y trastornos adaptativos.


Por su parte las estructuras de tipo limítrofe, suelen descompensarse expresando adicciones, trastornos de la identidad sexual, depresiones, trastorno bipolar y trastornos del control de impulsos. En cambio, las estructuras de tipo psicótico suelen presentar cualquier cuadro o combinación de patologías mentales, siendo las más frecuentes la esquizofrenia, trastornos delirantes y algunas de las patologías asociadas a la personalidad limítrofe. 

Personalidad en la infancia y adolescencia

Por lo general, no se puede hablar de estructura de la personalidad en los niños, ya que no se encuentra integrada hasta la adolescencia. Sin embargo, desde la mirada del psicoanálisis, se puede definir ciertos funcionamientos mentales, sean neuróticos, limítrofes o psicóticos, desde la infancia y adolescencia, de acuerdo a su desarrollo emocional, social y moral. El criterio para definir estos funcionamientos mentales son los mismo que para los adultos, siempre teniendo presente el curso de desarrollo normal y lo esperado para cada etapa evolutiva.

Lo más relevante en este período es que el tipo de funcionamiento puede variar significativamente, producto de intervenciones terapéuticas o por experiencias sanadoras (lo que llaman “cura espontánea”) o perturbadoras. Por ello el tipo de funcionamiento mental puede ser observado a través de ciertos indicadores como la capacidad de adecuación a las situaciones de examen psicológico, pudiendo discriminar el niño entre lo que es fantasía de lo que es realidad, además se observa el grado de tolerancia a la frustración, los niveles de adaptación generales y la capacidad para establecer un vínculo colaborador con el profesional que lo observa. Este último punto es esencial, ya que el no poder vincularse con otros es el indicador más común de esta patología.

Por otro lado, un niño con un funcionamiento mental tendiente a lo psicótico, se observa seriamente perturbado, con inhibición total o una desorganización de la conducta, como se caracterizan por la dificultad para adecuarse a la realidad, distorsionan los vínculos con los otros, observando en ellos personas u objetos que no son en la realidad. Se ha descrito además que estos niños presentan sueños y fantasías habitadas con personajes en extremo crueles, tanto hacia sí mismos como hacia otros.

Otras características de estos niños son las estereotipias o perseveraciones en las conductas verbales, siendo común los neologismos, las actitudes extrañas o grotescas. Debido a todo lo anterior lo más frecuente son los fracasos a nivel escolar producto de la dificultad en el aprendizaje.

Un menor con un funcionamiento mental que tiende a lo limítrofe presenta inhibiciones o inadecuaciones en su conducta, pero no evidencian una ausencia total de discriminación entre fantasía y realidad, por ello no presentan conductas bizarras.

Del mismo modo, la crueldad en los personajes de sus fantasías y sueños es menor, aunque la violencia no está totalmente ausente. Por otro lado se puede observar alteraciones de la imagen corporal y de la imagen psicológica de sí mismo.

Existe en estos niños una predisposición a desarrollar trastornos depresivos, ansiosos, de conducta y otras dificultades de rendimiento escolar, que no son producto de deficiencias intelectuales.

Por último, los niños con un funcionamiento mental de tipo neurótico se adecuan a la realidad que los rodea y por ende a las situaciones de examen diagnóstico. Su capacidad de tolerancia a la frustración, de aprendizaje y el manejo de sus fantasías dependen de las características particulares de cada niño y de las áreas que se encuentren en conflicto, aunque por lo general se dan buenos resultados. Así cuando existen conflictos en un área psicológica se observará mayor distorsión y rigidez, pero en el resto su funcionamiento será adecuado, con personajes en su fantasía y sueños con elementos amorosos y agresivos integrados.

La configuración más clara de los rasgos que determinarán la personalidad final se pueden observar a fines de la adolescencia. Debido a las variables propias del desarrollo estos rasgos suelen ocultarse durante la infancia, a pesar de ser posible observar rasgos desadaptativos en este periodo.


Estructura de personalidad tipo Psicótico

Acá se pueden observar las mayores alteraciones, la persona posee una pobre capacidad para definirse en términos de su identidad personal y por ende en la imagen de los otros. Esta persona se observa necesitada y limitada, incluso en ocasiones se percibe una identidad que socialmente no se reconoce, creyendo ser otra persona, como por ejemplo “ser un extraterrestre”.

Asimismo, esta persona atribuye características animadas a seres inanimados o viceversa, por lo que no existe un límite entre lo real e irreal, entre lo interno y lo externo. Por lo que la prueba de realidad está alterada y gravemente deteriorada. Cuando esta persona se enfrenta a situaciones de extrema ansiedad tiende a presentar delirios y alucinaciones, en situaciones más tranquilas y estables existe incapacidad para auto observarse o de empatizar con otros. Los pensamientos, afectos y conductas resultan extraños para el observador, y se relaciones sólo con partes del todo general.


Estructura de personalidad tipo Limítrofe

Continuando con las características de los trastornos de personalidad, el tipo limítrofe carece de una identidad integrada, lo que se llama como síndrome de difusión de identidad, ello quiere decir que la persona no tiene un concepto de sí mismo que integre sus aspectos positivos y negativos de una manera coherente y estable en su conciencia global. Como consecuencia, las otras personas también son percibidas como “entes parciales” y poco realistas, así evalúan a los otros como extremadamente buenos o extremadamente malos, alternando entre estas dos situaciones.

Por otro lado, el autoconcepto es pobre, extremo y contradictorio, existen sentimientos de vacío crónicos con afectos y conductas contradictorias. En la relación con los otros también se puede observar contradicciones, la relación es distorsionada, se pueden mostrar preocupados con culpa, pero no pueden desarrollar estrategias para reparar el daño en esa relación en una forma profunda. Lo más frecuente son los fracasos en las relaciones afectivas, volviéndose inestables.


Otra característica de esta estructura de la personalidad es la mantención de la prueba de realidad, pero existe un deterioro en capacidad de auto observarse y de empatizar con otros, siendo especialmente susceptibles a la crítica negativa de los otros. 

Estructura de personalidad Neurótica

La organización neurótica de la personalidad se caracteriza por poseer una identidad integrada, expresada en un concepto coherente claro y definido de sí mismo y de los otros. La persona mantiene la sensación de continuidad en el tiempo, se compromete con sus elecciones y es fiel a sí mismo en distintos planos como el vocacional, laboral, religioso, moral, etc. Del mismo modo reconocen que las personas tienen aspectos buenos y aspectos malos, pero las integran adecuadamente, lo que permite establecer relaciones afectivas estables y profundas. Existe culpa, preocupación y empatía con respecto a los sentimientos de otro.


Por otro lado, se usan mecanismos de defensa llamados “altos”, que se basan en la represión de los conflictos (no tener conciencia del conflicto es reprimirlo, obligándolo a permanecer en un nivel inconsciente), estos mecanismos permiten manejar adecuadamente la angustia, expresándose mayor espontaneidad y flexibilidad. Conforme a lo descrito estas personas difícilmente pierden el juicio de realidad, no hay distorsiones del pensamiento, sentimientos y comportamiento, o ello ocurre en un grado mínimo ante un conflicto psicológico o una patología asociada como la depresión. 

domingo, 21 de septiembre de 2014

Más acerca de la personalidad....

Del mismo modo, esta forma de comportamiento anormal debe ser constante, de larga evolución y no está limitada a un episodio concreto de alguna patología mental, como sería el caso de una depresión en un sujeto sin alteración de su personalidad. Para constituir un trastorno de personalidad las alteraciones deben aparecer en la infancia o adolescencia y persistir en la edad adulta. Suele suceder que las personas con esta patología presenten deterioro de la vida social y laboral, aunque existen casos en que ello no se presenta, lo más frecuente es la expresión en el plano personal, relaciones familiares y de pareja. Finalmente, en algunos casos el trastorno conlleva a un malestar personal persistente, aunque hay casos en que ello no se manifiesta.

Teóricamente existen tres estructuras básicas de la personalidad, ellas son: Neurótica, Limítrofe o límite y Psicótica. Para distinguir a una de otra de tiene como criterio el grado de integración de la identidad personal, la capacidad para establecer relaciones interpersonales, los mecanismos de defensa usados y la conservación del examen de realidad (juicio de realidad).

La identidad personal se refiere al concepto de sí mismo, incluyendo la sensación de continuidad y estabilidad de ser la misma persona a través del tiempo, lo cual incluye la capacidad para relacionarse en forma madura con otros, manteniendo sanas relaciones afectivas de pareja y amistad.

Los mecanismos de defensa hacen referencia a los procesos inconscientes que realiza el “yo” para enfrentar angustias provenientes de los conflictos intrapsíquicos, como son la negación, represión, disociación, sublimación, etc.


La prueba de realidad se va a definir como la capacidad para poder discriminar el origen interno del origen externo de los estímulos, evaluando en forma realista los afectos, pensamientos y conductas, de acuerdo a normas sociales básicas. Existe una distorsión de la realidad cuando hay presencia de pensamientos bizarros, ideas delirantes, conductas claramente inadecuadas, capacidad de empalizar con otros, etc. 

Algunas carcateríticas de un trastorno de personalidad


1.    Escasa flexibilidad en la adaptación: se expresa en un patrón escaso y rígido de estrategias alternativas que una persona utiliza para lograr sus objetivos y enfrentar conflictos cotidianos, en especial en la relación con otros. Así, esta persona resulta incapaz de adaptarse a los acontecimientos, producto de ese escaso repertorio conductual, cognitivo y afectivo.

2.    Tendencia a vínculos distorsionados:  una alteración a nivel de la personalidad desencadena una serie de alteraciones patológicas, que se perpetúan producto de la propia alteración, es decir, el propio sujeto perpetúa sus dificultades, provoca conflictos nuevos y pone en marcha círculos viciosos autodestructivos que intensifican el malestar psicológico. Esta tendencia a establecer vínculos afectivos con otros distorsionados tiene su origen en la calidad del apego con la figura materna en la primera infancia.


3.    Debilidad del yo: el “yo” se define como la instancia psicológica que regula la adaptación entre las exigencias internas y externas, mientras más fuerte es ese “yo”, mejor se toleran las tensiones y conflictos entre las demandas internas y la realidad externa. Por lo tanto una debilidad del “yo” se expresa en baja tolerancia a la ansiedad, dificultad en el control de los impulsos (por ello se dice que los niños tienen un “yo” inmaduro), baja tolerancia a la frustración, etc.

Estructura de Personalidad "Normal"

La personalidad como concepto la entendemos como una organización dinámica de los sistemas biológicos, psicológicos y sociales que van a determinar el modo de relación de una persona con su ambiente, incluyendo las experiencias subjetivas de aquellas interacciones. Así la personalidad tiene una función adaptativa, entre las necesidades internas y las exigencias del mundo externo.

Un desarrollo normal o un desarrollo perturbado de la personalidad de un sujeto es el resultado de la interacción de múltiples factores (como decíamos biológicos y psicosociales), que actúan como predisponentes, facilitadotes, mantenedores o precipitantes de la patología.

La personalidad se organiza muy tempranamente en el desarrollo de una persona, y se expresa en un estilo particular de ser, con un pensamiento, conducta y adaptación distintiva. Los factores que influyen en la organización de la personalidad son los siguientes:

Factores biológicos:
Los factores biológicos incluyen las características genéticas, componentes congénitos y los adquiridos al momento del nacimiento que interactúan entre sí, conformando la base biológica de la personalidad. Los componentes genéticos permiten el aprendizaje, el pensamiento, expresión de emociones, etc. Y por ende difieren de una persona a otra, persistiendo desde los primeros días de nacido y sólo sufriendo pequeños cambios.

Factores  psicosociales:
Entre estos se encuentran los factores afectivos, que incluyen desde las experiencias tempranas de vínculo y apego, hasta los sucesos vitales normativos de la infancia y adolescencia. Se ha descrito ampliamente la importancia del vínculo y apego para el normal desarrollo de la personalidad de un sujeto, concluyéndose que la ausencia del vínculo o una interrupción brusca antes de los 6 o 7 años produce severas alteraciones en el plano emocional, manifestándose frecuentemente en dificultades en la capacidad de establecer relaciones afectivas adultas. Del mismo modo se establece que la relación más importante es con la madre si existe ausencia del padre, en caso contrario el padre debe apoyarla y más tarde fomentar la relación del hijo con el mundo exterior.

Los factores cognitivos abarcan desde el esquema sensorio- motriz hasta el pensamiento hipotético, pasando por la toma de conciencia de la propia persona, adquisición de una visión del mundo, habilidades de resolución de problemas, etc. El logro de la última etapa del pensamiento no asegura un desarrollo óptimo de la personalidad, sino que es un factor que facilita la comprensión y elaboración de los sucesos vitales, convirtiéndose así en un elemento protector frente a hechos adversos de la vida de la persona.
Los sucesos vitales se relacionan con los procedimientos normativos característicos del desarrollo de una persona, como el ingreso al jardín y a la escuela, el nacimiento de un hermano; y los sucesos no normativos que resultan ser inesperados, como la muerte de uno de los padres, separación de los padres, enfermedad crónica de un miembro de la familia, abuso sexual y violencia intrafamiliar. Cuando alguno de estos hechos acontecen en la vida de un niño pueden o no ser elaborados e incorporados en la experiencia individual y por ende en la propia personalidad, dependiendo de la etapa del desarrollo en que ocurran, las redes de apoyo familiar y de salud y los recursos psicológicos del menor, será la resolución final, pudiendo dañar significativamente el desarrollo de la personalidad.


Dentro de los factores sociales se encuentran la configuración familiar, las experiencias escolares y sociales, sistemas que interactúan entre sí, pudiendo favorecer, retardar o distorsionar el normal curso de desarrollo de la personalidad. 

Causas de los trastornos mentales orgánicos


 1. LA CAUSA ORGÁNICA: se refiere a la existencia de un agente que desencadena la disfunción cerebral, dañando su estructura o funcionamiento o ambos. Entre ellos encontramos la hipoglucemia extrema, hipoxias prolongadas, severos traumatismos encéfalo craneal, incluso se han descrito daños orgánicos temporales en casos de estrés fuerte luego de una intervención quirúrgica, insomnio, fiebre y pérdida excesiva de sangre.

2. FACTOR HUÉSPED: hace referencia a las variadas características de cada persona con el daño, como la edad, por ejemplo en un niño, adolescente o adulto joven frente a un TEC, tumor cerebral, infección o intoxicación, son más frecuentes las manifestaciones de tipo delirium, con somnolencia e irritabilidad, frecuentemente reversible. Entre los 40 y 60 años se incrementa la tendencia a la enfermedad crónica acompañada de trastorno cognitivo. Otro factor huésped es el grado de vulnerabilidad personal, así existen factores congénitos, genéticos, psicológicos y psicosociales que desencadenan el daño orgánico.

Otro de los factores huésped son las patologías orgánicas preexistentes, poseer un antecedente de daño cerebral de cualquier origen, la presencia de enfermedades crónicas renales, cardiovasculares, auto inmunes, hepáticas o pulmonares.

3. FACTOR AMBIENTE: entre los elementos del ambiente que predisponen al daño orgánico, encontramos el exceso o deficiencia de estimulación sensorial, el aislamiento social, la pérdida de contactos interpersonales, poca familiaridad con el medio circundante, como suele darse en la hospitalización aguda, cambios de casa, etc. Vividos en forma traumática desencadenando desorientación general en la persona. La población anciana es la más vulnerable a estas influencias ambientales.


Trastorno orgánico de la personalidad y del comportamiento

el trastorno se produce por el conjunto de alteraciones o cambios de los rasgos de la personalidad de una persona, producto de un daño orgánico demostrable. Los cambios más frecuentes de observar son las alteraciones en la expresión de emociones (deficiente o excesiva), labilidad emocional, desinhibición de impulsos y satisfacción de necesidades sin cumplir con las normas sociales tales como robos, requerimientos sexuales inapropiados, voracidad al comer, descuido de la presencia e higiene personal, etc. 
Como causas desencadenantes se encuentran las encefalitis de origen viral o bacteriano, frecuentemente reversible; los traumatismos encéfalo-craneal, con pérdida de conciencia. 

Trastorno cognoscitivo leve:

Se caracteriza por una disminución del rendimiento cognitivo que puede incluir el deterioro de la memoria, la dificultad en el aprendizaje y la concentración; además se puede presentar previo, durante o después de infecciones cerebrales severas o multisistémicas. 

Trastorno de labilidad emocional orgánico

Se trata de una patología caracterizada por presentar labilidad emocional persistente y fatigabilidad; se presenta con mayor frecuencia en la enfermedad vásculo cerebral.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Trastorno disociativo orgánico

este cuadro se expresa en diversas disfunciones cognitivas, tales como la pérdida parcial o completa de la integración entre ciertos recuerdos del pasado y la conciencia de la propia identidad, de manera que la información que se recibe no se integra al resto de la experiencia. Suele presentarse en conexión etiológica con los más diversos trastornos médicos (intoxicaciones, traumas, tumores, etc.).

Trastorno de ansiedad orgánico

esta patología es similar al Trastorno de Pánico o Angustia Generalizada pero en este caso la sintomatología es causada por un factor orgánico específico que debe determinarse. Generalmente se debe a factores endocrinos, tales como hipo o hipertiroidismo, hipoglucemia; o uso de sustancias psicoactivas, como son las intoxicaciones con estimulantes, alcohol o tranquilizantes.

Trastorno afectivo orgánico

es un cuadro que se caracteriza por presentar variaciones del estado de ánimo, ya sea depresión o manía, motivado por factores orgánicos cerebrales. De intensidad variable, puede llegar a tener manifestaciones psicóticas moderadas o severas. Se suele presentar producto de alteraciones orgánicas cerebrales luego de que la persona padezca hipotiroidismo, hepatitis, anemia, desnutrición, procesos infecciosos generales como tifoidea o tuberculosis; también por mal uso de ciertos medicamentos, entre ellos la cortisona, anfetaminas, algunos tipos de antidepresivos , ansiolíticos, etc. Y además por el abuso de drogas como pasta base, cannabis, cocaína, inhalantes, alcohol, y alucinógenos.

Trastorno de ilusiones (delusiones) orgánico

Se caracteriza por el predominio de delusiones, de contenido paranoide, sin compromiso de conciencia y con evidencia de factores orgánicos implicados en el cuadro. Como síntomas secundarios puede observarse alteración de la cognición, perplejidad, excentricidad en el vestir y lenguaje incoherente, hiperactividad o apatía, conducta ritualista o estereotipada. Si el síndrome es causado por el uso de sustancias químicas como las anfetaminas, las delusiones pueden ser sistematizadas. 

martes, 19 de agosto de 2014

Trastorno catatónico orgánico

Este cuadro presenta leves alteraciones en el área cognitiva, siendo lo más característico los síndromes catatoniformes (estupor, agitación, estereotipias). Las encefalitis y las intoxicaciones con monóxido de carbono son los factores etiológicos más frecuentes en este trastorno.

Alucinosis orgánica:

Trastorno cuya única sintomatología son las alucinaciones de todo tipo, auditivas, visuales, táctiles u olfatorias, y que son causadas por un factor orgánico específico. Las alucinaciones auditivas, son las más frecuentes y se presentan en el alcoholismo crónico. Las alucinaciones visuales pueden presentarse por lesiones cerebrales focales, tumores del nervio óptico y por abuso de alucinógenos (LSD). Las alucinaciones táctiles son menos frecuentes. Puede durar días, semanas o tener un curso crónico.

Síndrome amnésico

Es un trastorno exclusivo de las funciones de la memoria reciente y remota, con grado variable de severidad. No hay alteración del estado de conciencia, es decir no hay delirium ni deterioro intelectual, es decir demencia. Se caracteriza por una marcada incapacidad para aprender nueva información luego de unos minutos y de hechos comunes o corrientes sucedidos en el transcurso de días y semanas, producto de ello se da desorientación en el tiempo. La enfermedad puede ser transitoria, con recuperación total o parcial, o persistente e irreversible y aún de curso progresivo.


Las causas incluyen daños locales en el cerebro que comanda la memoria (lóbulo temporal), alcoholismo, meningitis, encefalitis, traumas cerebrales, infartos cerebrales, anoxia cerebral, etc. 

Delirium

Síndrome transitorio que tiene una duración de horas o días, cuyo síntoma fundamental es un estado de entorpecimiento de la conciencia, que se expresa en dificultad para identificar y reconocer el entorno, desorientación en el tiempo, lugar, persona, dificultad en fijar la atención, mantenerla o cambiarla voluntariamente, hay incapacidad de registro en la memoria reciente, por lo cual, pasado el síndrome, habrá una laguna amnésica de lo sucedido, total o parcial, según las fluctuaciones del trastorno.


La actividad motora puede ser de hiperactividad (inquietud, agitación), como sucede en el delirium tremens por abstinencia alcohólica o en la suspensión brusca del consumo de barbitúricos en un paciente dependiente; otras veces, es hipoactividad, con apatía y somnolencia que puede llegar al estupor. Dentro de sus causas se encuentra la inmadurez o senilidad del cerebro, por ello es más frecuente en niños y adultos después de los sesenta años. 

martes, 5 de agosto de 2014

Daño orgánico: DEMENCIA

Así el CIE – 10 distingue 12 entidades diagnósticas que incluyen el daño orgánico cerebral, algunas de ellas sólo se manifiestan en al adulto, revisaremos brevemente cada una de ellas.

1. Demencia: síndrome adquirido debido a enfermedad del cerebro; usualmente de naturaleza crónica o progresiva, aunque a veces, reversible. Existe un déficit más o menos global y de diverso grado de las funciones cognitivas, que son las que permiten el procesamiento de la información mental mediante la obtención, almacenamiento, organización y utilización del conocimiento intelectual.

Los síntomas fundamentales son:
- Pérdida global de la capacidad intelectual: pérdida del pensamiento abstracto, dificultades en la comprensión de palabras y reducción en el flujo de ideas.
- Deterioro de la memoria reciente
- Deterioro del juicio y pérdida del control de impulsos y emociones.
- Cambios en la personalidad: se acentúan algunos rasgos o se alteran los ya existentes. De activo y sociable a retraído y aislado; de meticuloso y ordenado a descuidado, etc.
- Dificultad en variar el foco de atención de un punto a otro: siendo difícil atender más de un estímulo a la vez, fracasando en la conversación con varias personas.

En la práctica se considera demencia cuando el trastorno comienza a los 18 ó más años, aunque teóricamente puede comenzar a cualquier edad por lesión de un cerebro previamente normal. A menor edad, debe diferenciarse del retardo mental. Rara vez comienza antes de los 40 años; es más frecuente a partir de los 60, y más aún, en la vejez.

La forma de comienzo puede ser brusca, a raíz de un paro cardíaco, de un traumatismo encéfalo craneal o una encefalitis. La OMS postula el criterio de que para hacer un diagnóstico clínico confiable de demencia, los síntomas y pérdidas anteriormente descritos deben tener por lo menos 6 meses de evolución.

Se pueden describir algunos tipos de demencia más comunes, los cuales son: 

a) Alzheimer: Es una demencia que lleva a un trastorno degenerativo de las distintas funciones mentales, cuyo inicio es en la edad presenil o senil y lleva a la muerte.

b) Demencia vascular: Se le llamaba arterioesclerosis. Para su diagnóstico es necesario evidenciar, por exámenes auxiliares de neuroimagen, un daño cerebro vascular, principalmente múltiples infartos cerebrales. El inicio es brusco y el deterioro desigual (recuperación de los episodios iniciales pero acumulación gradual de déficit neurológicos hasta llegar a la demencia) la conciencia de enfermedad y la capacidad de juicio y personalidad pueden estar relativamente conservadas.


c) Demencias debidas a otros trastornos médicos: Pueden comenzar en cualquier período de la vida, pero rara vez en la edad avanzada. Deberá, descartarse las demencias de Alzheimer y vascular así como la existencia de una depresión mayor. Está asociada temporalmente con el comienzo, exacerbación o remisión del trastorno médico del cual depende y cuya causa puede ser por alteraciones estructurales del cerebro, tales como Parkinson, tumores cerebrales, hidrocefalia; infecciones por virus, abuso de alcohol y drogas y traumatismos encéfalo craneanos.

Grupos en el daño orgánico:


a) Con predominio de síntomas básicos, en los cuales destacan las alteraciones de las funciones cognitivas (memoria, inteligencia, capacidad de aprendizaje) o sensoriales  (alteraciones de la conciencia y atención).


b) Con predominio de sintomatología accesoria, donde las dificultades anteriores son difíciles de comprobar o son mínimas, pero se destacan otros síntomas como las alteraciones de la percepción (alucinaciones), del humor y de las emociones (depresión, euforia ansiedad), o de los rasgos generales de la personalidad y formas del comportamiento.

Daño orgánico....

El CIE-10 considera como al Daño Orgánico como parte de los Trastornos Mentales Orgánicos (TMO), incluyendo  un amplio y complejo conjunto de desórdenes psicológicos y conductuales que se originan producto de una pérdida o anormalidad en el cerebro, sea en estructura o en función. Fueron llamados anteriormente síndromes orgánicos cerebrales.

Esta disfunción puede ser de dos tipos:
•          Primaria, en el caso de enfermedades, lesiones o daños que afectan el cerebro de un modo directo y selectivo.
•          Secundaria, cuando otras enfermedades sistémicas o alteraciones orgánicas determinan el mal funcionamiento cerebral. Los trastornos cerebrales secundarios al consumo de sustancias (incluyendo alcohol), pertenecen a este grupo.

Es posible distinguir ciertos síntomas que son característicos del daño orgánico, entre ellos encontramos:

a) Síntomas básicos o propios del trastorno:
- Alteraciones del estado de la conciencia: incapacidad para fijar la atención y desorientación en todas las esferas.
- Alteraciones cognoscitivas: compromiso de la memoria reciente, deterioro intelectual, disminución de la capacidad de enjuiciar y por ende de la comprensión.
- Alteraciones de la afectividad: pérdida del control afectivo, labilidad emocional.

b) Síntomas accesorios o facultativos (que pueden o no presentarse): se vinculan al funcionamiento de la personalidad antes de la enfermedad y a conflictos psicosociales por los que puede estar atravesando la persona. Pueden ser:

c) Compensatorios, como respuesta de adaptación a los síntomas primarios, tales como el aislamiento o el orden exagerado. De fallar este intento de adaptación pueden presentarse actitudes inadecuadas de dependencia, regresión, negación de la enfermedad, rechazo al tratamiento, etc.


d) Síntomas de tipo neurótico: ansiedad, depresión, fobias, obsesiones; 

Tipos de dispraxia:

A modo de resumen, podemos clasificar las dispraxias en tres grandes grupos, ellos son:

1.         De realización motriz: la cual se caracteriza por una falta de coordinación, sumado a lentitud, torpeza y dificultades para correr y saltar.

2.         Constructivas: es fundamentalmente una alteración espacial, por lo que da asociada a trastornos en la lateralidad (no existe definición de diestro o zurdo), lo que su expresa en dificultades en la realización de dibujos y figuras geométricas.

3.         Topoquinéticas: donde existe una falta de organización total o parcial del esquema corporal, asociándose a dificultades grafo constructivas, dificultades para señalar partes del cuerpo y nombrarlas.


Trastorno dispráxico

Praxia quiere decir acción o movimiento, sin embargo no es cualquier acción, ni un movimiento reflejo o aislado, las praxias son adquiridas y se constituyen en una secuencia de movimientos. Así se pueden definir como sistemas de movimientos que juntos entregan un resultado o una intención identificable.

Cuando no existe una exitosa resolución de estos movimientos coordinados se habla de dispraxia. No se le debe confundir con el término apraxia, que señala falta o ausencia de movimiento, por lo tanto se trata de un trastorno psicomotor, sin embargo no existe lesión a nivel neurológico.

De este modo las dispraxia del desarrollo constituyen una falla en la construcción de un acto intencionado. Estos niños son incapaces de concluir determinadas secuencias de gestos o los realizan de manera muy torpe, principalmente movimientos especializados, como por ejemplo abotonarse un delantal, acordonar sus zapatos, colocarse una chaqueta, cortar la comida, servir bebida, etc., el lenguaje no suele verse afectado, sin embargo por tratarse de debilidad motriz generalizada o particular de ciertas habilidades, si existe esta alteración en el área buco-linguo-facial puede haber trastornos en el lenguaje.

La dispraxia involucra un trastorno en la percepción del propio cuerpo (corporal) y de los espacios (temporo – espacial). Lo más frecuente es que la dificultad para realizar los movimientos se acompañe de déficit en la resolución de tareas cognoscitivas viso-espaciales. Para realizar el diagnóstico los movimientos finos o gruesos deben ser significativamente inferiores al nivel esperado a la etapa del desarrollo del menor y con su inteligencia. Las dificultades para la coordinación deben estar presentes desde el inicio del desarrollo, por ello no pueden constituir un déficit adquirido con posterioridad, a consecuencia, por ejemplo de una lesión cerebral producto de un accidente o enfermedad, asimismo no se debe a las consecuencias directas de alteraciones en la visión o audición.

El niño se presenta como torpe en general, es lento en aprender a correr, a saltar o subir escaleras, tienden a dejar caer cosas, tropezar y chocar con objetos, por lo que suele ser el blanco de las burlas de sus compañeros.


Como cualquier trastorno, la dispraxia constituye motivo de gran preocupación por parte de los padres, sin embargo su verdadera dimensión se da en el ámbito escolar, ya que su aprendizaje se ve interferido, en especial la escritura, el dibujo y todos los trabajos gráficos en general. 

Asperger...

El síndrome o trastorno de Asperger pertenece a los trastornos del desarrollo, se caracteriza por presentar dificultades en la relación social, con intereses limitados, conductas restringidas e inusuales.

El trastorno de asperger es similar al trastorno autista cuando el niño no presenta retraso mental, sus diferencias incluyen un alto grado de especialización en ciertos temas, de modo obsesivo en conjunto con una excelente memoria, del mismo modo son más empáticos y existe mayor intención de comunicación que en el caso del trastorno autista. Al igual que el resto de los trastornos del desarrollo, el trastorno de Asperger les resulta muy difícil dar un sentido utilitario a la gran cantidad de conocimientos que manejan, debido a que sólo desarrollan un pensamiento concreto  y lineal, a pesar de ello suelen utilizar palabras rebuscadas.

El DSM IV establece ciertos criterios útiles para realizar el diagnóstico del trastorno de Asperger, ellos son:

A. Existe una alteración cualitativa de la interacción social, expresada al menos por dos de las siguientes características:

1. importante alteración del uso de múltiples comportamientos no verbales como contacto ocular, expresión facial, posturas corporales y gestos reguladores de la interacción social.
2. incapacidad para desarrollar relaciones con compañeros apropiadas al nivel de desarrollo del menor.
3. ausencia de la tendencia espontánea a compartir intereses y objetivos con otras personas (p. ej., no mostrar, traer o enseñar a otras personas objetos de interés)
4. ausencia de reciprocidad social o emocional

B. Patrones de comportamiento, intereses y actividades restrictivos, repetitivos y estereotipados, manifestados al menos por una de las siguientes características:

1. preocupación absorbente por uno o más intereses estereotipados y restrictivos que son anormales, sea por su intensidad, sea por su objetivo.
2. adhesión aparentemente inflexible a rutinas o rituales específicos, no funcionales.
3. manierismos motores estereotipados y repetitivos (p. ej., sacudir o girar manos o dedos, o movimientos complejos de todo el cuerpo)
4. preocupación persistente por partes de objetos

C. El trastorno causa un deterioro clínicamente significativo de la actividad social, laboral y otras áreas importantes de la actividad del individuo.

D. No hay retraso general del lenguaje clínicamente significativo (p. ej., a los 2 años de edad utiliza palabras sencillas, a los 3 años de edad utiliza frases comunicativas).

E. No hay retraso clínicamente significativo del desarrollo cognoscitivo ni del desarrollo de habilidades de autoayuda propias de la edad, comportamiento adaptativo (distinto de la interacción social) y curiosidad acerca del ambiente durante la infancia.

 * en mi opinión personal, estos trastornos deben evaluarse y considerarse dentro de la amplia gama de pátologías del desarrollo, así como ser diagnosticado por un profesional competente, abordando la cualidad más que la cantidad de síntomas.


sábado, 19 de julio de 2014

Trastorno de Asperger



“Como cada mañana, Javier desayunaba un tazón de leche con sus cereales favoritos, mostrándose ajeno a los horarios que rigen la dinámica familia. A pesar de tener siete años, su madre tenía que ayudarle a vestirse y como en tantas otras ocasiones, ese día tampoco pudo ponerle la ropa nueva que le habían regalado sus abuelos. Su madre tenía que lavar toda la ropa nueva con un determinado suavizante para que Javier aceptase estrenar algo. Cada día Javier se levantaba angustiado preguntando por el día concreto de la semana, el mes y el número. Todas las mañanas preguntaba lo mismo y a continuación necesitaba saber si ese día tenía que ir o no al colegio. A pesar de que Javier comenzó a hablar algo más tarde que otros niños, ahora no paraba de hablar. Su lenguaje era muy correcto aunque siempre solía hablar de su tema preferido, los dinosaurios, y era muy difícil cambiar el tema de conversación. Resultaba complicado que Javier utilizase su excelente lenguaje para compartir con su familia las cosas que le ocurrían en el colegio o las cosas que le preocupaban. Parecía no sentir la necesidad de compartir experiencias o sentimientos con la gente que le rodeaba.

 

Era un niño muy inteligente, aprendió a leer solo y le encantaba leer libros de dinosaurios. No le interesaban los juegos típicos de los niños de su edad y pasaba la mayor parte de su tiempo desmontando juguetes electrónicos y volviéndolos a montar. No parecía estar interesado por jugar con aquellas máquinas sino que le fascinaba conocer cómo estaban hechas y cuál era el mecanismo que las hacía funcionar. Cuando lo averiguaba, colocaba el juguete en su estantería y no volvía a tocarlo, tampoco dejaba que su hermano pequeño tocase ninguno de sus juguetes. Tenía un mundo muy personal y resultaba difícil que lo compartiera con otros niños. En el colegio su profesora ya había mostrado preocupación por Javier. A pesar de su inteligencia, no tenía ningún interés por las tareas escolares y su rendimiento académico no era el esperado. En el patio siempre estaba solo y cuando ocasionalmente intentaba incorporarse al juego de sus compañeros, su manera de actuar era tan “torpe” e ingenua que provocaba risas y burlas por parte de los otros niños. Aunque Javier no era un niño agresivo, en algunas situaciones mostraba fuertes rabietas y conductas inadecuadas como tirar objetos o gritar. Especialmente difícil era la clase de Educación Física, en la que Javier mostraba altos niveles de ansiedad, dificultad para seguir las normas y escasa comprensión de las reglas básicas que rigen los juegos y deportes de equipo. Si se le forzaba a participar en estas actividades, sistemáticamente aparecían fuertes enfados y marcado oposicionismo.

 

Aunque los padres de Javier ya le describían como un niño peculiar antes de cumplir los 4 años, no empezaron a alarmarse hasta el momento en que el niño se incorporó al colegio. Las grandes dificultades para relacionarse con los compañeros, los problemas atencionales dentro del aula y el bajo rendimiento escolar fueron, entre otros, los motivos que impulsaron a los padres a buscar ayuda. Después de varias consultas a distintos profesionales del ámbito de la educación, la medicina y la psicología, y tras recibir diagnósticos tan dispares como déficit de atención e hiperactividad, o trastorno emocional y de conducta, finalmente informaron a la familia de que Javier presentaba Síndrome de Asperger”.

Rasgos significativos a ser identificados en el Trastorno Autista por edad


A los 6 meses: existe un llanto difícil de interpretar por la madre, menos activo y exigentes que un niño normal, algunos son extremadamente irritables, contacto ocular muy pobre, no hay respuestas anticipatorias.

 

Alos 8 meses: balbuceos limitados e inusuales, no imitan sonidos, gestos ni expresiones, dificultades para poderlos consolar y tranquilizar, algunos son extremadamente solitarios y presentan un rechazo activo al contacto, movimientos repetitivos.

 

Al año: pueden aparecer pueden aparecer las primeras palabras, pero no son usadas con sentido, llantos muy fuertes y frecuentes además de difíciles de interpretar, cuando empiezan a andar, decrece su sociabilidad, no presentan ansiedad separación como periodo normal.

 

A los dos años: emiten menos de 15 palabras, además se presentan de manera aislada, no hay desarrollo del gesto comunicativo, pueden diferenciar a sus padres del resto de las personas, dan pocas señales de afecto, son indiferentes a las muestras de afecto de los adultos, pueden desarrollar miedos intensos, prefieren estar solos, muestran poca curiosidad para explorar el mundo que les rodea, hacen unos anormal de los juguetes.

 

A los 3 años: se da una combinación extraña de palabras, pueden repetir frases, pero no hay un lenguaje creativo, entonación y ritmo extraños, usan al adulto para obtener lo que quieren, no aceptan a los otros niños, irritabilidad excesiva, no entienden el significado de los castigos, muerden los juguetes, no hay juego simbólico, movimientos repetitivos, fascinación visual por objetos luminosos, pueden mostrar una relativa habilidad en los juegos de manipulación.

 

Desde los 3 a los 6 años: algunos logran combinar dos o tres palabras de manera creativa, ecolalia (repetición de sonidos o palabras escuchadas), imitación de anuncios televisivos, no entienden ni expresan concepto abstractos, no pueden mantener una conversación, hacen uso incorrecto de los pronombres (ella, él, esto, ninguno), rara vez hacen preguntas, persiste el uso anormal de la palabra, incapaces de usar y comprender gestos, vocabulario conductual, no usan la mirada para comunicar, no entienden el rol en los juegos, hacia los 6 años suelen ser más sociables, falta de sentimiento de vergüenza, falta del sentido de propiedad, no son competitivos, no presentan autodefensa, intolerancia a la frustración, manipulan el ambiente, usan a las personas de su entorno, incapacidad de compartir afectivamente situaciones, conducta espontánea rígida y limitada, no tienen juego simbólico o es muy limitado, pautas de imitación limitadas, esconden habilidades y conocimientos.

Adolescencia y edad adulta: pueden  presentar conductas sociales negativas, no son aceptados por sus compañeros de la misma edad y sin el trastorno, vulnerabilidad a presentar sintomatología depresiva, deterioro de las habilidades antes adquiridas, hiperactividad, conductas agresivas y destructivas, aumentan las conductas sin sentido y la incapacidad para aceptar cambios en las rutinas, algunos presentan crisis epilépticas.

 

sábado, 21 de junio de 2014

Dificultades en la comunicación en el trastorno autista


El procesamiento de las dificultades de la relación y la comunicación descritas se pueden agrupar en tres modelos:

Modelo A: estos niños, sin razón aparente, muestran la mayor parte del tiempo dificultades motoras y una gesticulación intencional dificultosa. Presentan afecto inapropiado e irregular incluso en el juego sensorial, donde pasan de una satisfacción plena a ataques de rabia. Algunos niños muestran además, un tono muscular pobre y tienden a sentirse infraestimulados por el ambiente, de manera que necesitan mucha energía para poder dar respuesta a los estímulos sensoriales, del mismo modo pueden ser extremadamente distraídos y activos.

Modelo B: los niños de este modelo son capaces de una gesticulación intencional simple pero discontinua. El afecto suele ser accesible, pero transitorio. Tienden a disfrutar de actividades repetitivas y estereotipadas con objetos y son muy rígidos. Suelen reaccionar de forma muy intensa ante cualquier cambio de rutina diaria. Estos niños son más organizados que los del modelo A y pueden llegar a manifestar su intencionalidad mediante conductas negativistas o de evitación.

Modelo C: estos niños muestran una mayor consistencia que los otros modelos en lo que respecta a la inteligencia, aunque también son rígidos y evitadores. Suelen tener una continuidad en sus relaciones, usando gesticulaciones sociales como mirar, incluso a veces son capaces de realizar conductas complejas, como abrir una puerta para que alguien salga. Se resisten a los cambios y son muy perseverantes. Se preocupan por algunos objetos en concreto. Muestran diferentes tipos de actividad sensorial y de dificultades motoras con tendencia a la sobreexcitación ante diversas sensaciones. Pueden usar palabras o frases de textos escritos o repetir canciones o videos.

miércoles, 18 de junio de 2014

Definición autismo

Para clasificar el trastorno autista se deben presentar seis o más características, siendo de mayor relevancia el primer punto.

 Ellos son: 1. Alteración cualitativa de la interacción social, manifestada como mínimo en dos de las siguientes características: • Importante alteración del uso de múltiples comportamientos no verbales, como el contacto ocular, la expresión facial, posturas corporales y otros gestos que regulan una relación social. • Incapacidad para desarrollar relaciones con compañeros que sean adecuadas al nivel de su desarrollo. • Ausencia de la tendencia espontánea de compartir con otros alegrías, intereses y objetivos. • Falta de reciprocidad social o emocional.

 2. Alteración cualitativa de la comunicación manifestada como mínimo por dos de las siguientes características: • Retraso o ausencia total de desarrollo del lenguaje oral, sin intentos de compensación por maneras alternativas de comunicarse. • En individuos con habla adecuada, alteración importante de la capacidad para iniciar o mantener una conversación con otros. • Uso estereotipado y repetitivo del lenguaje o lenguaje idiosincrático. • Ausencia de juego realista espontáneo variado o de juego imitativo social propio de su nivel de desarrollo.

 3. Patrones de comportamiento, intereses y actividades restrictivas, repetitivas y estereotipadas, manifestados en al menos una de las siguientes señales: • Preocupación absorbente por uno o más patrones estereotipados y restrictivos de intereses que resulta anormal, ya sea por su intensidad o por su objetivo. • Adhesión aparentemente inflexible a rutinas o rituales específicos y no funcionales. • Manierismos motores estereotipados y repetitivos. • Preocupación persistente por partes de objetos.

 4. Retraso o funcionamiento anormal en al menos una de las siguientes áreas, que aparecen antes de los 3 años, interacción social, lenguaje usado en la comunicación social o juego simbólico o imaginativo.

  A pesar de las características mencionadas, no es fácil realizar un diagnóstico precoz del autismo, ya que algunas veces se alcanza un deterioro significativo de las funciones, pero no un retraso absoluto o ausencia. Así es frecuente el deterioro significativo, pero no retraso absoluto de las habilidades para elaborar relaciones sociales y emocionales con las personas importantes de su entorno, deterioro significativo en la formación, mantenimiento y desarrollo de la comunicación, disfuncionamiento significativo en el procesamiento auditivo, las sensaciones de hiperreactividad o hiporreactividad, y la actividad motora en general.

domingo, 15 de junio de 2014

Trastorno Autista

El autismo es un trastorno que comienza a manifestarse en la niñez, pero que no afecta únicamente a la infancia, dado que corresponde a un trastorno del desarrollo y como tal abarca todas las edades y el funcionamiento global del individuo.

Este cuadro ha recibido un sinnúmero de nombres tales como psicosis infantil, psicosis simbiótica, psicosis desintegrativa, esquizofrenia etc. El trastorno autista fue descrito por primera vez en 1943 por Leo Kanner, a medida que surgieron nuevas investigaciones se fue aclarando y al mismo tiempo definiendo las características principales que hoy constituyen la patología.

Como veíamos el autismo forma parte de los trastornos del desarrollo, los cuales incluyen el trastorno de Rett (en niñas, asociado a anomalías del comportamiento, neurológicas y físicas, desaceleración del crecimiento del perímetro craneal, pérdida de habilidades manuales y mala coordinación), síndrome de asperger (que será revisado más adelante) y la psicosis desintegrativa de la infancia (pérdida de las habilidades ya adquiridas luego de un periodo normal de desarrollo infantil, con alta probabilidad de tener retraso mental).

En general el trastorno del desarrollo se caracteriza por una serie de alteraciones cualitativas típicas de la interacción social y de los patrones de comunicación, junto a una conducta repetitiva, estereotipada y restrictiva, lo mismo es válido para los intereses y motivaciones. En la mayoría de los casos se observa este trastorno desde el nacimiento.


El autismo como patología presenta varias hipótesis que de alguna manera intentan explicar su origen, entre ellas se encuentra la hipótesis neurobiológica que señala que existe una base orgánica cerebral y genética que pueden afectar el feto, pese a que algunas veces presentan una inteligencia normal. Del mismo modo otras teorías apuntan a factores ambientales de riesgo, como son la exposición a productos químicos. Como muchos de los trastornos que se presentan en la infancia, algunas teorías defienden la hipótesis que señalan una probabilidad mayor de aparición de la patología cuando existen infecciones virales importantes en las madres durante el embarazo, donde la rubéola es la más frecuente. 

Otras recomendaciones alimenticias son:

1.- Servir comida en cantidad moderada
2.- Comer siempre en el mismo lugar
3.- Servir los platos en la cocina
4.- Comer lento
5.- No asociar otras actividades a la alimentación
6.- Intentar dejar comida en el plato
7.- Concentrarse en la comida
8.- Guardar alimentos tentadores
9.- Eliminar dulces y azúcar

Para intervenir directamente con los niños, se les puede enseñar cómo comer, los alimentos que los ayudan a crecer y desarrollarse adecuadamente. Del mismo modo se coloca énfasis en la actividad física como parte esencial de la ecuación que reciben, no sólo en las clases de educación física, sino que realizar clases menos rígidas que mantengan a los niños sentados durante toda la mañana.


Un aspecto esencial cuando existen niños obesos, es fomentar la amistad, las buenas relaciones, la empatía, la colaboración y por sobretodo la autoestima en estos menores, de modo de que puedan desarrollar habilidades interpersonales que les permiten desempeñarse adecuadamente sin ser pasivos o muy agresivos. 

Estrategias pedagógicas de intervención y manejo de la obesidad


Una de las consecuencias directas del sobre peso en los niños es la baja en la autoestima, producto de las burlas de sus compañeros, sobrenombres, etc. Se agrega que son niños con dificultad para realizar esfuerzos físicos prolongados, por lo que las clases de educación física suelen ser tortuosas, del mismo modo temen cambiarse de ropa delante de sus compañeros por temor a las burlas.

Son más evidentes las bromas entre los varones, sin embargo en el caso de las niñas suele darse mayor aislamiento y rechazo, en especial durante la adolescencia, las niñas se ven rechazadas por los varones, aunque muchas veces logran desarrollar otras habilidades interpersonales que las hacen tener un buen círculo de amigos.

Muchos de los niños obesos adoptan conductas que compensan las bromas y burlas, de modo de sentirse aceptados en el grupo, así pueden ser los “chistosos” o “payasos” del curso, son extremadamente complacientes y “buenos”, prestando sus útiles e incluso tareas o deberes escolares, tratan de “caer bien” para evitar que se rían de ellos; otros sin embargo, adoptan una actitud desafiante, defendiéndose a golpes o lanzando burlas contra otros que consideran más débiles, la estrategia aquí es generar respeto por medio de la agresión a otros.

En Chile, los índices de obesidad infantil han aumentado fuertemente, así un modelo de prevención en el más adecuado al momento de tratar el trastorno. Ya se está implementando programas de alimentación saludable en los jardines infantiles, quienes tienen un menú semanal de los alimentos que deben llevar a clases, fomentando los más saludables como frutas y verduras.

Si bien es cierto que los colegios se están preocupando del tema, no es posible una prevención integral si los padres, durante el fin de semana, llevan a sus niños a los centros de comida rápida, a modo de “regalonear” a sus hijos. Por lo que una de las principales estrategias a desarrollar para trabajar el tema de la obesidad es realizar talleres para padres, desde la enseñanza básica hasta los niveles más altos.

Un programa de prevención orientado a los padres, debe contener:
•     Una definición y clasificación de la obesidad: que explique con claridad los parámetros que hacen que un niño sea obeso o tenga sobrepeso. Ello ayuda a que los padres sepan distinguir entre las distintas clasificaciones que obesidad y realicen una prevención ante los primeros signos, ello sin volverse adictos a los ejercicios o estresando a sus hijos con el tema del peso, lo que desencadenaría un futuro problema de anorexia o bulimia en los menores.

•     Las principales características de la obesidad en Chile: ayuda a tener una visión más amplia del problema en la población chilena, centrándose en los niños, quienes muchas veces exigen a sus padres los almuerzos con papas fritas o hamburguesas de comida rápida.

•     Las consecuencias médicas y físicas del sobrepeso en los niños: es esencial que los padres conozcan cómo la obesidad puede llegar a afectar físicamente a sus hijos, quienes pueden llegar a problemas graves como los cardíacos, hipertensión o diabetes, en especial si existen antecedentes familiares de estas patologías. No se debe olvidad el agregar las consecuencias a nivel psicológico, social e incluso a nivel escolar, que conlleva la obesidad a edades tempranas.

•     Las características de una dieta balanceada en niños de acuerdo a cada edad y los requerimientos calóricos según actividad física: a modo de guía, se deben entregar fichas que expongan las necesidades alimenticias de los niños, con énfasis en los alimentos que no pueden faltar, como leche y sus derivados.

•     Las preparaciones de los alimentos de modo que resulten saludables, evitando las frituras o excesos de grasas: en muchos casos, los padres no pueden adquirir con frecuencia verduras y frutas u otros alimentos más refinados, ya que por lo general los precios son altos, por lo que una alternativa es desarrollar un modo de cocción más sano, en vez de freír los alimentos, se pueden cocinar al vapor o simplemente en agua, se conversa además de las mezclas más dañinas como acompañar siempre el puré de papas o arroz con vienesas, huevos fritos, carne o pollo, reemplazando estas combinaciones con tomates, lechugas u otras verduras de fácil acceso. La idea es que diariamente se deben combinar los alimentos para que la dieta sea balanceada, no restringiendo al menor, ya que lo más probable es que coma entre comidas pan o dulces.

Asimismo, se debe poner énfasis en el exceso en el consumo de bebidas gaseosas, tratando de ser reemplazadas en lo posible por jugos naturales o simplemente agua corriente. No se debe olvidar que los niños observan la comida antes de ingerirla por lo que la presentación de los platos debe ser entretenida, mezclando colores, haciendo llamativa la comida.

•     Plantear un menú de alimentos para que los niños lleven al colegio, evitando las golosinas y fomentando las frutas: esto es de gran importancia, ya que los pequeños pasan largas horas en el colegio, se debe procurar una buena alimentación e hidratación. Del mismo modo debe haber un consenso de los alimentos que serán llevados, ya que algunas veces los niños comparan sus almuerzos.

•     Realizar un plan de ejercicios que puedan desarrollar padres e hijos: lo cual además de prevenir la obesidad procura mantener una buena relación y comunicación entre ellos. Como por ejemplo andar en bicicleta por un parque durante el fin de semana, realizar caminatas alrededor del barrio, realizar partidos de fútbol o simplemente juegos donde se requiera el movimiento. Quienes poseen mayores recursos pueden inscribir a sus hijos en actividades deportivas de su preferencia, como fútbol, tenis, natación, etc. Procurando que no intervengan con el régimen escolar y que no supongan una sobrecarga a las ya numerosas actividades que deben realizar los niños.


•     Poner énfasis que la alimentación saludable es un estilo de vida: y no supone una obligación o castigo para los niños, por lo que los padres deben saber que ellos son un modelo importante a seguir, de modo que toda la familia forme parte de este estilo y no tengamos en la mesa varios tipos de comida, donde el niño sólo pueda comer algunos mientras el resto disfruta de “lo más rico”.