Continuando con las
características de los trastornos de personalidad, el tipo limítrofe carece de
una identidad integrada, lo que se llama como síndrome de difusión de
identidad, ello quiere decir que la persona no tiene un concepto de sí mismo
que integre sus aspectos positivos y negativos de una manera coherente y
estable en su conciencia global. Como consecuencia, las otras personas también
son percibidas como “entes parciales” y poco realistas, así evalúan a los otros
como extremadamente buenos o extremadamente malos, alternando entre estas dos
situaciones.
Por otro lado, el
autoconcepto es pobre, extremo y contradictorio, existen sentimientos de vacío
crónicos con afectos y conductas contradictorias. En la relación con los otros
también se puede observar contradicciones, la relación es distorsionada, se
pueden mostrar preocupados con culpa, pero no pueden desarrollar estrategias
para reparar el daño en esa relación en una forma profunda. Lo más frecuente
son los fracasos en las relaciones afectivas, volviéndose inestables.
Otra característica de esta
estructura de la personalidad es la mantención de la prueba de realidad, pero
existe un deterioro en capacidad de auto observarse y de empatizar con otros,
siendo especialmente susceptibles a la crítica negativa de los otros.
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