domingo, 21 de septiembre de 2014

Más acerca de la personalidad....

Del mismo modo, esta forma de comportamiento anormal debe ser constante, de larga evolución y no está limitada a un episodio concreto de alguna patología mental, como sería el caso de una depresión en un sujeto sin alteración de su personalidad. Para constituir un trastorno de personalidad las alteraciones deben aparecer en la infancia o adolescencia y persistir en la edad adulta. Suele suceder que las personas con esta patología presenten deterioro de la vida social y laboral, aunque existen casos en que ello no se presenta, lo más frecuente es la expresión en el plano personal, relaciones familiares y de pareja. Finalmente, en algunos casos el trastorno conlleva a un malestar personal persistente, aunque hay casos en que ello no se manifiesta.

Teóricamente existen tres estructuras básicas de la personalidad, ellas son: Neurótica, Limítrofe o límite y Psicótica. Para distinguir a una de otra de tiene como criterio el grado de integración de la identidad personal, la capacidad para establecer relaciones interpersonales, los mecanismos de defensa usados y la conservación del examen de realidad (juicio de realidad).

La identidad personal se refiere al concepto de sí mismo, incluyendo la sensación de continuidad y estabilidad de ser la misma persona a través del tiempo, lo cual incluye la capacidad para relacionarse en forma madura con otros, manteniendo sanas relaciones afectivas de pareja y amistad.

Los mecanismos de defensa hacen referencia a los procesos inconscientes que realiza el “yo” para enfrentar angustias provenientes de los conflictos intrapsíquicos, como son la negación, represión, disociación, sublimación, etc.


La prueba de realidad se va a definir como la capacidad para poder discriminar el origen interno del origen externo de los estímulos, evaluando en forma realista los afectos, pensamientos y conductas, de acuerdo a normas sociales básicas. Existe una distorsión de la realidad cuando hay presencia de pensamientos bizarros, ideas delirantes, conductas claramente inadecuadas, capacidad de empalizar con otros, etc. 

Algunas carcateríticas de un trastorno de personalidad


1.    Escasa flexibilidad en la adaptación: se expresa en un patrón escaso y rígido de estrategias alternativas que una persona utiliza para lograr sus objetivos y enfrentar conflictos cotidianos, en especial en la relación con otros. Así, esta persona resulta incapaz de adaptarse a los acontecimientos, producto de ese escaso repertorio conductual, cognitivo y afectivo.

2.    Tendencia a vínculos distorsionados:  una alteración a nivel de la personalidad desencadena una serie de alteraciones patológicas, que se perpetúan producto de la propia alteración, es decir, el propio sujeto perpetúa sus dificultades, provoca conflictos nuevos y pone en marcha círculos viciosos autodestructivos que intensifican el malestar psicológico. Esta tendencia a establecer vínculos afectivos con otros distorsionados tiene su origen en la calidad del apego con la figura materna en la primera infancia.


3.    Debilidad del yo: el “yo” se define como la instancia psicológica que regula la adaptación entre las exigencias internas y externas, mientras más fuerte es ese “yo”, mejor se toleran las tensiones y conflictos entre las demandas internas y la realidad externa. Por lo tanto una debilidad del “yo” se expresa en baja tolerancia a la ansiedad, dificultad en el control de los impulsos (por ello se dice que los niños tienen un “yo” inmaduro), baja tolerancia a la frustración, etc.

Estructura de Personalidad "Normal"

La personalidad como concepto la entendemos como una organización dinámica de los sistemas biológicos, psicológicos y sociales que van a determinar el modo de relación de una persona con su ambiente, incluyendo las experiencias subjetivas de aquellas interacciones. Así la personalidad tiene una función adaptativa, entre las necesidades internas y las exigencias del mundo externo.

Un desarrollo normal o un desarrollo perturbado de la personalidad de un sujeto es el resultado de la interacción de múltiples factores (como decíamos biológicos y psicosociales), que actúan como predisponentes, facilitadotes, mantenedores o precipitantes de la patología.

La personalidad se organiza muy tempranamente en el desarrollo de una persona, y se expresa en un estilo particular de ser, con un pensamiento, conducta y adaptación distintiva. Los factores que influyen en la organización de la personalidad son los siguientes:

Factores biológicos:
Los factores biológicos incluyen las características genéticas, componentes congénitos y los adquiridos al momento del nacimiento que interactúan entre sí, conformando la base biológica de la personalidad. Los componentes genéticos permiten el aprendizaje, el pensamiento, expresión de emociones, etc. Y por ende difieren de una persona a otra, persistiendo desde los primeros días de nacido y sólo sufriendo pequeños cambios.

Factores  psicosociales:
Entre estos se encuentran los factores afectivos, que incluyen desde las experiencias tempranas de vínculo y apego, hasta los sucesos vitales normativos de la infancia y adolescencia. Se ha descrito ampliamente la importancia del vínculo y apego para el normal desarrollo de la personalidad de un sujeto, concluyéndose que la ausencia del vínculo o una interrupción brusca antes de los 6 o 7 años produce severas alteraciones en el plano emocional, manifestándose frecuentemente en dificultades en la capacidad de establecer relaciones afectivas adultas. Del mismo modo se establece que la relación más importante es con la madre si existe ausencia del padre, en caso contrario el padre debe apoyarla y más tarde fomentar la relación del hijo con el mundo exterior.

Los factores cognitivos abarcan desde el esquema sensorio- motriz hasta el pensamiento hipotético, pasando por la toma de conciencia de la propia persona, adquisición de una visión del mundo, habilidades de resolución de problemas, etc. El logro de la última etapa del pensamiento no asegura un desarrollo óptimo de la personalidad, sino que es un factor que facilita la comprensión y elaboración de los sucesos vitales, convirtiéndose así en un elemento protector frente a hechos adversos de la vida de la persona.
Los sucesos vitales se relacionan con los procedimientos normativos característicos del desarrollo de una persona, como el ingreso al jardín y a la escuela, el nacimiento de un hermano; y los sucesos no normativos que resultan ser inesperados, como la muerte de uno de los padres, separación de los padres, enfermedad crónica de un miembro de la familia, abuso sexual y violencia intrafamiliar. Cuando alguno de estos hechos acontecen en la vida de un niño pueden o no ser elaborados e incorporados en la experiencia individual y por ende en la propia personalidad, dependiendo de la etapa del desarrollo en que ocurran, las redes de apoyo familiar y de salud y los recursos psicológicos del menor, será la resolución final, pudiendo dañar significativamente el desarrollo de la personalidad.


Dentro de los factores sociales se encuentran la configuración familiar, las experiencias escolares y sociales, sistemas que interactúan entre sí, pudiendo favorecer, retardar o distorsionar el normal curso de desarrollo de la personalidad. 

Causas de los trastornos mentales orgánicos


 1. LA CAUSA ORGÁNICA: se refiere a la existencia de un agente que desencadena la disfunción cerebral, dañando su estructura o funcionamiento o ambos. Entre ellos encontramos la hipoglucemia extrema, hipoxias prolongadas, severos traumatismos encéfalo craneal, incluso se han descrito daños orgánicos temporales en casos de estrés fuerte luego de una intervención quirúrgica, insomnio, fiebre y pérdida excesiva de sangre.

2. FACTOR HUÉSPED: hace referencia a las variadas características de cada persona con el daño, como la edad, por ejemplo en un niño, adolescente o adulto joven frente a un TEC, tumor cerebral, infección o intoxicación, son más frecuentes las manifestaciones de tipo delirium, con somnolencia e irritabilidad, frecuentemente reversible. Entre los 40 y 60 años se incrementa la tendencia a la enfermedad crónica acompañada de trastorno cognitivo. Otro factor huésped es el grado de vulnerabilidad personal, así existen factores congénitos, genéticos, psicológicos y psicosociales que desencadenan el daño orgánico.

Otro de los factores huésped son las patologías orgánicas preexistentes, poseer un antecedente de daño cerebral de cualquier origen, la presencia de enfermedades crónicas renales, cardiovasculares, auto inmunes, hepáticas o pulmonares.

3. FACTOR AMBIENTE: entre los elementos del ambiente que predisponen al daño orgánico, encontramos el exceso o deficiencia de estimulación sensorial, el aislamiento social, la pérdida de contactos interpersonales, poca familiaridad con el medio circundante, como suele darse en la hospitalización aguda, cambios de casa, etc. Vividos en forma traumática desencadenando desorientación general en la persona. La población anciana es la más vulnerable a estas influencias ambientales.


Trastorno orgánico de la personalidad y del comportamiento

el trastorno se produce por el conjunto de alteraciones o cambios de los rasgos de la personalidad de una persona, producto de un daño orgánico demostrable. Los cambios más frecuentes de observar son las alteraciones en la expresión de emociones (deficiente o excesiva), labilidad emocional, desinhibición de impulsos y satisfacción de necesidades sin cumplir con las normas sociales tales como robos, requerimientos sexuales inapropiados, voracidad al comer, descuido de la presencia e higiene personal, etc. 
Como causas desencadenantes se encuentran las encefalitis de origen viral o bacteriano, frecuentemente reversible; los traumatismos encéfalo-craneal, con pérdida de conciencia. 

Trastorno cognoscitivo leve:

Se caracteriza por una disminución del rendimiento cognitivo que puede incluir el deterioro de la memoria, la dificultad en el aprendizaje y la concentración; además se puede presentar previo, durante o después de infecciones cerebrales severas o multisistémicas. 

Trastorno de labilidad emocional orgánico

Se trata de una patología caracterizada por presentar labilidad emocional persistente y fatigabilidad; se presenta con mayor frecuencia en la enfermedad vásculo cerebral.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Trastorno disociativo orgánico

este cuadro se expresa en diversas disfunciones cognitivas, tales como la pérdida parcial o completa de la integración entre ciertos recuerdos del pasado y la conciencia de la propia identidad, de manera que la información que se recibe no se integra al resto de la experiencia. Suele presentarse en conexión etiológica con los más diversos trastornos médicos (intoxicaciones, traumas, tumores, etc.).

Trastorno de ansiedad orgánico

esta patología es similar al Trastorno de Pánico o Angustia Generalizada pero en este caso la sintomatología es causada por un factor orgánico específico que debe determinarse. Generalmente se debe a factores endocrinos, tales como hipo o hipertiroidismo, hipoglucemia; o uso de sustancias psicoactivas, como son las intoxicaciones con estimulantes, alcohol o tranquilizantes.

Trastorno afectivo orgánico

es un cuadro que se caracteriza por presentar variaciones del estado de ánimo, ya sea depresión o manía, motivado por factores orgánicos cerebrales. De intensidad variable, puede llegar a tener manifestaciones psicóticas moderadas o severas. Se suele presentar producto de alteraciones orgánicas cerebrales luego de que la persona padezca hipotiroidismo, hepatitis, anemia, desnutrición, procesos infecciosos generales como tifoidea o tuberculosis; también por mal uso de ciertos medicamentos, entre ellos la cortisona, anfetaminas, algunos tipos de antidepresivos , ansiolíticos, etc. Y además por el abuso de drogas como pasta base, cannabis, cocaína, inhalantes, alcohol, y alucinógenos.

Trastorno de ilusiones (delusiones) orgánico

Se caracteriza por el predominio de delusiones, de contenido paranoide, sin compromiso de conciencia y con evidencia de factores orgánicos implicados en el cuadro. Como síntomas secundarios puede observarse alteración de la cognición, perplejidad, excentricidad en el vestir y lenguaje incoherente, hiperactividad o apatía, conducta ritualista o estereotipada. Si el síndrome es causado por el uso de sustancias químicas como las anfetaminas, las delusiones pueden ser sistematizadas.