lunes, 31 de diciembre de 2018

Regulación Emocional


      Permitir y facilitar la expresión adaptativa: cuando un niño se encuentra estresado, lo mejor que se puede hacer es ayudarlo a expresar su malestar, ya sea hablando, llorando o haciendo alguna actividad que le permita elaborar lo que está sintiendo. El reflejo ayuda mucho a la expresión emocional, porque al aceptar y validad lo que el niño siente, le damos confianza para decir lo que le pasa sin temor de que lo dejen de querer o de que pase algo malo. El contacto corporal (cariño en la espalda o abrazos) es importante, cuando los niños expresan lo que les pasa, es importante darle espacio para que lo hagan y no “sofocar” la emoción. En otras palabras, tolerar la angustia que en ese momento puede tener el niño, escucharlo por completo y no alegrarlo o distraerlo en ese momento. No obstante, así como es de importante ayudar a los niños a expresarse, igualmente importante es que lo hagan de manera adaptativa, es decir, expresar su angustia o tristeza, sin gritar o siendo violentos, sino de una manera correcta, dado que los niños necesitan límites para expresar sus emociones.

Dejar que un niño exprese libremente lo que siente, puede ser igual de dañino que no dejarlo en absoluto hacerlo, en específico si es una emoción muy intensa. Los límites deben ser vistos como bordes contenedores de la expresión emocional. Mientras el reflejo verbal contiene la sensación de la emoción, los límites contienen su expresión. Por ejemplo, “Sé que tienes miedo porque te sientes insegura ahora (reflejo), pero no por eso vas a gritar para decir cómo te sientes (establecer límites) ¿Por qué no me cuentas qué es lo que te asusta? (se le motiva a expresar verbalmente lo que le pasa)”. Otras veces los niños necesitan que les digamos que por más que expresen lo que les está pasando, la situación que los acongoja no cambiará: “Sé lo nerviosa que estás (reflejo), pero te tienes que quedar en el colegio”. Si se fija, el límite se establece siempre después de haber reflejado la emoción. En momentos de estrés, los niños necesitan saber que entendemos y aceptamos cómo se están sintiendo, que estamos a su lado por más desagradable que sea su emoción. Esto les ayuda a aceptar lo que están viviendo y a tranquilizarse.


Regulación Emocional


                Reflejo del estado mental: reflejar consiste en decirle verbalmente al niño lo que le pasa en ese momento (lo que siente, lo que necesita, lo que quiere), es decir, nos convertimos en un espejo de su estado mental. Por ejemplo, “Amanda, por tu carita puedo ver que estas angustiada”, “entiendo, estás nerviosa porque te sientes intranquila”. El reflejo del estado mental tiene beneficios tanto afectivos como educativos. Afectiva porque permite mostrar empatía y validad lo que el niño siente en ese momento. Por otro lado, el reflejo contiene la experiencia del niño y al traducirle a este lo que le pasa en palabras simples, le resulta más fácil tolerar lo que siente y, por tanto, calmarse. En cuanto al beneficio educativo, el reflejo permite que el niño vaya poco a poco aprendiendo a reconocer y a ponerle nombre a lo que le pasa, de la misma forma que algún día lo aprendió con otros estados más simples, como el frío o las ganas de ir al baño.

Regulación Emocional


       1.            Sintonizar con el estado mental del niño: sintonizar se relaciona con un nivel mucho más profundo que con el “empatizar”, dado que esto último hace referencia a “ponerse en el lugar del otro”. No obstante en “sintonizar” se relaciona no sólo con empatizar, sino con hacer un tipo de conexión que permite el darse cuenta de lo que el otro necesita en ese momento. Por ejemplo, si Amanda, comienza repetitivamente a acercarse a un adulto para llamar su atención, lo importante no es llamarle la atención por esto sino más bien entender porqué lo hace. Es decir, el buscar repetitivamente a una persona mayor, se relaciona más bien con la necesidad de seguridad. Por tanto, entender la emoción que un niño puede tener para la realización de una conducta en particular y pensar cuál es el tipo de necesidad asociada a esa acción. En este sentido, la contención podría ser una solución para abordar este tipo de situaciones. Para esto es importante observar lo que les ocurre y así identificar lo que necesitan. Para sintonizar con el estado mental de un niño idealmente se debe estar tranquilo y tener la apertura necesaria para resonar lo que les pasa.

Regulación Emocional

Para regularnos, primero que debemos hacer es identificar lo que nos pasa. Es decir, tomar conciencia de nuestras emociones, reacciones y necesidades. ¿Por qué estoy reaccionando así? ¿Por qué estoy haciendo como si no pasa nada? ¿Qué estoy sintiendo? ¿Por qué me irrita ver a mi hijo llorar? ¿Por qué me cuesta tanto aceptar que se enoje si lo reto? A veces las respuestas a estas preguntas son simples: “porque ayer dormí mal”, “porque tuve un mal día en el trabajo” o “porque mi hijo lleva dos semanas enfermo sin salir de casa y ambos estamos cansados”. Pero otras veces las respuestas son más complejas y se encuentran en nuestro pasado y en nuestra historia, específicamente en cómo nuestros padres actuaban cuando expresábamos alguna emoción. Por ejemplo, si mi madre se enojaba cada vez que yo me enrabiaba, lo más probable es que sin entender porqué yo también lo haga cuando mi hijo se enrabie. Entonces, si quiero ayudar a mi hijo a regular su rabia es de gran ayuda entender porqué me enojo cuando se enrabia. Y para eso es preciso hacer un viaje al pasado. Desde pequeños grabamos patrones de cómo reaccionar ante distintas emociones en función de lo que vemos en nuestros padres. Sus reacciones nos van contando y enseñando qué se debe hacer con determinada emoción. Y con el paso del tiempo, estos patrones se activan en situaciones similares, muchas veces sin darnos cuenta nos hacen sentir y actuar de cierta manera. Por ejemplo angustiarnos ante la rabia (sentir) y por tanto hacer como que no pasa nada (conducta). Por más que hayamos dicho que no seremos iguales a nuestros padres, si no somos conscientes de nuestra historia, lo más probable es que nos veamos para entender nuestras reacciones automáticas y así manejarlas sin que ellas nos manejen a nosotros.

Regulación Emocional


       1.      Autorregularse: Para ayudar a un niño o adolescente a regular sus emociones en indispensable estar tranquilo. No Hay ningún paso que se pueda seguir de manera adecuada si estamos alterados.

En primer lugar, porque es difícil ayudar a un niño o adolescente a regularse si uno está desregulado. Y porque necesitamos tener la cabeza fría para prestar atención a lo que está ocurriendo y el corazón lo suficientemente tranquilo para sentir y darnos cuenta de lo que le pasa al niño o adolescente. Antes de hacer cualquier cosa, es preciso dar un paso atrás, respirar hondo y calmarnos. Es como las instrucciones de seguridad que dan en los aviones. Si hay un accidente, para ayudar a nuestros hijos primero debemos ponernos oxígeno nosotros. Esto suena tan sencillo, en la práctica es una de las cosas más difíciles de hacer. Nadie es inmune al malestar de un hijo, sea pena, rabia o angustia. Esto se debe a que sus emociones despiertan otras aún más fuertes en nosotros. Creo que estamos de acuerdo con que ver a un hijo sufrir es desgarrador.

viernes, 13 de octubre de 2017

Manejo respetuoso de las “rabietas” en los niños

Antes de comenzar a leer este texto, quiero que sepas, que todos los que somos padres hemos experimentado rabietas y explosiones de frustración y rabia, no hablo sólo de nuestros hijos, sino nuestras propias explosiones de enojo. Es totalmente esperable que nos sintamos agobiados en muchos momentos.

Por lo tanto, sentir rabia, enojo y frustración es perfectamente normal, si nosotros lo sentimos porqué no un niño?, aquel que no tiene un pensamiento desarrollado como para expresar o comprender lo suficiente qué está sintiendo, reaccionará con frustración. Para poder enseñarles a los niños cómo expresar de mejor forma sus enojos (ojo no es reprimir sus emociones) debemos también nosotros tomar conciencia de cómo reaccionamos frente a ellos, les gritamos de vuelta?, los ignoramos?, les decimos que “hagan lo que quieran”?.... ninguna de estas alternativas nos ha ayudado cierto? Aquí tenemos algunas estrategias que pueden ser de utilidad:

El padre o madre debe mantener la calma, no perder el control es fundamental, es decir, no gritarle, no pegarle, no decirle malas palabras y tampoco atribuirle malas intenciones.

–Es útil ponerse a la altura del niño o niña, incluso sentarse al lado de ellos, así transmitimos la idea de que el padre o madre no va a tomar una actitud autoritaria y rígida, sino que estamos dispuestos al diálogo.

Es importante reflejar las emociones de los niños y decírselas en voz alta, por ejemplo: sé que te da mucha rabia tener que ir a dormir a esta hora, pero es necesario para mañana levantarnos temprano e ir a la escuela”. Esto fomenta la verbalización y la comprensión de las propias emociones en los niños.

Mientras sea posible es útil ofrecerle alternativas para distraer la atención del niño de lo que no deseamos que haga, en vez de jugar con tierra dentro de la casa, le podemos ofrecer uno de sus juguetes favoritos, ello fomenta la flexibilidad de pensamiento para disponer de diferentes alternativas en vez de explotar en rabia.

Nunca se debe caer en la ridiculización de los niños, ni amenazarlos, ya que el niño no comprenderá nada, es más lo alteraremos más aún o bien haremos que desarrollo una actitud de indiferencia. Cuando esté calmado es posible explicar lo inapropiado de ciertas conductas.

Siempre que sea posible anticipar una pataleta podemos intentar razonar con un niño o niña demostrándole que lo comprendemos, que no está “loco” por querer jugar en vez de ir a hacer sus deberes escolares, acto seguido debemos explicarle nuestras razones para que haga lo que deseamos, por ejemplo cepillarse los dientes, bañarse o hacer tareas escolares. Al final es posible dejarle la solución al niño, es decir entregarle alternativas para resolver el problema, decirle : ¿Cómo lo arreglamos? Y le ofrecemos alternativas, por ejemplo: ¿juegas 10 minutos más y cuando suene la alarma te vas a lavar los dientes? U otra alternativa

Es importante saber que cuando una persona está enfadada y fuera de control no va a razonar ni comprender consecuencias, por lo que tratar de diciplinar en esos momentos a un niño sólo va a aumentar su frustración.


Es importante entender que las estrategias de control de rabietas que signifique un mayor estrés en el niño o niña no es la adecuada y provoca consecuencias negativas en el tiempo.

Si logramos empatizar con un niño o niña que está pasando por una rabieta, con altos montos de frustración y estrés, aumentamos la paciencia para poder acogerlos y contenerlos, con ello les enseñamos regulación. Piensa por ejemplo si estás muy enojado, estresado y frustrado y tu pareja te dice que te retires a “pensar” en tu mala conducta, que no estás “haciendo lo correcto” o simplemente te ignora nos sentiríamos muy frustrados e ignorados, cómo podemos entonces pedirle a un niño que se “siente a pensar en lo que hizo?”. Lo que mejor podemos ofrecer es la contención en los momentos de estrés. La premisa puede ser “no les hagamos lo que a nosotros nos haría sentir mal en momentos de rabia/frustración/pena”.

Nadie es perfecto, no se puede pretender saber todo el tiempo qué hacer y cómo hacerlo. Si un padre o madre u otro cuidador tiene dificultades para manejar las propias frustraciones es mucho mejor aceptarlo y aprender a mirarse, a entenderse y a reconocer qué es lo que le sucede con ese hijo/a o niño/a en particular. Aceptar que es difícil lidiar con las propias rabias es el primer paso para autorregularse y para enseñar al niño/a a regularse después.

Por mucho tiempo se habló del tiempo fuera (Time out) para los niños, yo sugiero el Tiempo fuera para los padres cuando la situación se torna color negro. Pero hay un paso intermedio que muchos expertos recomiendan y el es Tiempo adentro (Time In), esto entrega una valiosa enseñanza a los niños /as, y es hacerles ver y sentir que los padres siempre van a estar con ellos en los momentos más difíciles, que serán protectores y contenedores aún cuando sus emociones sean 'negativas'. Todo lo anteriormente expuesto habla del Time In y cómo hacerlo.

Sea cual sea la estrategia que adoptes como padre o madre piensa que si lo que haces provoca aumento de estrés y descontrol en el niño o niña va a tener una consecuencia negativa a largo plazo en él o ella, por lo demás afecta la relación entre los dos, por lo que buscar otra alternativa, una y otra vez con paciencia y empatía por ese niño o niña favorecerá su desarrollo en todo ámbito.




jueves, 13 de julio de 2017

Trastornos Conductuales en la niñez y adolescencia e intervenciones psicoterapéuticas N°4

Discusión
Uno de los trastornos de inicio en la infancia o adolescencia de difícil manejo es el Trastorno Conductual. Con diferentes clasificaciones y especificaciones, aquel que se orienta hacia las conductas agresivas y violentas hacia otros y aquellas que pudiesen desencadenar una conducta delictiva a futuro, son los que necesitan de una intervención efectiva y preventiva antes de la cronicidad del comportamiento.
Para esta intervención se han descrito diferentes estrategias de tratamiento, desde la mirada individual hacia la mirada sistémica, pasando por la intervención con fármacos en aquellos casos donde se estima su uso.

Las últimas investigaciones apoyan la tesis de que la intervención más efectiva es aquella que mantiene una alta frecuencia de visitas a la semana, con disponibilidad del profesional permanente, así como el énfasis en los diferentes focos que mantienen la alteración, abordando el área familiar, escolar, comunitario entre otras.