viernes, 13 de octubre de 2017

Manejo respetuoso de las “rabietas” en los niños

Antes de comenzar a leer este texto, quiero que sepas, que todos los que somos padres hemos experimentado rabietas y explosiones de frustración y rabia, no hablo sólo de nuestros hijos, sino nuestras propias explosiones de enojo. Es totalmente esperable que nos sintamos agobiados en muchos momentos.

Por lo tanto, sentir rabia, enojo y frustración es perfectamente normal, si nosotros lo sentimos porqué no un niño?, aquel que no tiene un pensamiento desarrollado como para expresar o comprender lo suficiente qué está sintiendo, reaccionará con frustración. Para poder enseñarles a los niños cómo expresar de mejor forma sus enojos (ojo no es reprimir sus emociones) debemos también nosotros tomar conciencia de cómo reaccionamos frente a ellos, les gritamos de vuelta?, los ignoramos?, les decimos que “hagan lo que quieran”?.... ninguna de estas alternativas nos ha ayudado cierto? Aquí tenemos algunas estrategias que pueden ser de utilidad:

El padre o madre debe mantener la calma, no perder el control es fundamental, es decir, no gritarle, no pegarle, no decirle malas palabras y tampoco atribuirle malas intenciones.

–Es útil ponerse a la altura del niño o niña, incluso sentarse al lado de ellos, así transmitimos la idea de que el padre o madre no va a tomar una actitud autoritaria y rígida, sino que estamos dispuestos al diálogo.

Es importante reflejar las emociones de los niños y decírselas en voz alta, por ejemplo: sé que te da mucha rabia tener que ir a dormir a esta hora, pero es necesario para mañana levantarnos temprano e ir a la escuela”. Esto fomenta la verbalización y la comprensión de las propias emociones en los niños.

Mientras sea posible es útil ofrecerle alternativas para distraer la atención del niño de lo que no deseamos que haga, en vez de jugar con tierra dentro de la casa, le podemos ofrecer uno de sus juguetes favoritos, ello fomenta la flexibilidad de pensamiento para disponer de diferentes alternativas en vez de explotar en rabia.

Nunca se debe caer en la ridiculización de los niños, ni amenazarlos, ya que el niño no comprenderá nada, es más lo alteraremos más aún o bien haremos que desarrollo una actitud de indiferencia. Cuando esté calmado es posible explicar lo inapropiado de ciertas conductas.

Siempre que sea posible anticipar una pataleta podemos intentar razonar con un niño o niña demostrándole que lo comprendemos, que no está “loco” por querer jugar en vez de ir a hacer sus deberes escolares, acto seguido debemos explicarle nuestras razones para que haga lo que deseamos, por ejemplo cepillarse los dientes, bañarse o hacer tareas escolares. Al final es posible dejarle la solución al niño, es decir entregarle alternativas para resolver el problema, decirle : ¿Cómo lo arreglamos? Y le ofrecemos alternativas, por ejemplo: ¿juegas 10 minutos más y cuando suene la alarma te vas a lavar los dientes? U otra alternativa

Es importante saber que cuando una persona está enfadada y fuera de control no va a razonar ni comprender consecuencias, por lo que tratar de diciplinar en esos momentos a un niño sólo va a aumentar su frustración.


Es importante entender que las estrategias de control de rabietas que signifique un mayor estrés en el niño o niña no es la adecuada y provoca consecuencias negativas en el tiempo.

Si logramos empatizar con un niño o niña que está pasando por una rabieta, con altos montos de frustración y estrés, aumentamos la paciencia para poder acogerlos y contenerlos, con ello les enseñamos regulación. Piensa por ejemplo si estás muy enojado, estresado y frustrado y tu pareja te dice que te retires a “pensar” en tu mala conducta, que no estás “haciendo lo correcto” o simplemente te ignora nos sentiríamos muy frustrados e ignorados, cómo podemos entonces pedirle a un niño que se “siente a pensar en lo que hizo?”. Lo que mejor podemos ofrecer es la contención en los momentos de estrés. La premisa puede ser “no les hagamos lo que a nosotros nos haría sentir mal en momentos de rabia/frustración/pena”.

Nadie es perfecto, no se puede pretender saber todo el tiempo qué hacer y cómo hacerlo. Si un padre o madre u otro cuidador tiene dificultades para manejar las propias frustraciones es mucho mejor aceptarlo y aprender a mirarse, a entenderse y a reconocer qué es lo que le sucede con ese hijo/a o niño/a en particular. Aceptar que es difícil lidiar con las propias rabias es el primer paso para autorregularse y para enseñar al niño/a a regularse después.

Por mucho tiempo se habló del tiempo fuera (Time out) para los niños, yo sugiero el Tiempo fuera para los padres cuando la situación se torna color negro. Pero hay un paso intermedio que muchos expertos recomiendan y el es Tiempo adentro (Time In), esto entrega una valiosa enseñanza a los niños /as, y es hacerles ver y sentir que los padres siempre van a estar con ellos en los momentos más difíciles, que serán protectores y contenedores aún cuando sus emociones sean 'negativas'. Todo lo anteriormente expuesto habla del Time In y cómo hacerlo.

Sea cual sea la estrategia que adoptes como padre o madre piensa que si lo que haces provoca aumento de estrés y descontrol en el niño o niña va a tener una consecuencia negativa a largo plazo en él o ella, por lo demás afecta la relación entre los dos, por lo que buscar otra alternativa, una y otra vez con paciencia y empatía por ese niño o niña favorecerá su desarrollo en todo ámbito.




jueves, 13 de julio de 2017

Trastornos Conductuales en la niñez y adolescencia e intervenciones psicoterapéuticas N°4

Discusión
Uno de los trastornos de inicio en la infancia o adolescencia de difícil manejo es el Trastorno Conductual. Con diferentes clasificaciones y especificaciones, aquel que se orienta hacia las conductas agresivas y violentas hacia otros y aquellas que pudiesen desencadenar una conducta delictiva a futuro, son los que necesitan de una intervención efectiva y preventiva antes de la cronicidad del comportamiento.
Para esta intervención se han descrito diferentes estrategias de tratamiento, desde la mirada individual hacia la mirada sistémica, pasando por la intervención con fármacos en aquellos casos donde se estima su uso.

Las últimas investigaciones apoyan la tesis de que la intervención más efectiva es aquella que mantiene una alta frecuencia de visitas a la semana, con disponibilidad del profesional permanente, así como el énfasis en los diferentes focos que mantienen la alteración, abordando el área familiar, escolar, comunitario entre otras.

miércoles, 12 de julio de 2017

Trastornos Conductuales en la niñez y adolescencia e intervenciones psicoterapéuticas N°3

Hasta hace un tiempo las intervenciones terapéuticas de niños y adolescentes con este tipo de patología se podían dividir entre las farmacológicas y las psicosociales, o bien una combinación a ambas, siempre desde un punto de vista individual.
Entre los medicamentos más usados para este tipo de trastorno se encuentra el Litio (De la Peña, F. 2003), aunque existirían opiniones diversas sobre su efectividad. Del mismo modo algunos antidepresivos, por ejemplo la Fluoxetina, tendrían efecto sobre la conducta agresiva (Almeida, LG; De la Peña, F. 1999 en De la Peña, F. 2003).
Por otro lado, las intervenciones psicosociales se centran en terapias individuales, principalmente las cognitivo conductuales, donde se abordan los estilos de percepción, las atribuciones cognitivas y la resolución de problemas (De la Peña, F. 2003), muchas de ellas buscan que el niño o adolescente logra control sobre su comportamiento agresivo mediante un mayor uso del análisis y reflexión además de fomentar la empatía.
Otras intervenciones apuntan a la psicoeducación del niño, adolescente y su familia, donde pueden aprender a colocar límites, responsabilidad, manejo de estrés y resolución de conflictos.
De acuerdo a De la Peña (2003) estas intervenciones obtienen mejor resultado cuando el ambiente familiar es altamente estructurado, con  menos niveles de patologías en los padres, por ello existe un bajo nivel de mantención de los cambios en el largo plazo, aunque resultarían efectivos en el corto periodo de tiempo.
Como respuesta a estas dificultades se diseñó una herramienta terapéutica multimodal con presencia 24 horas al día, los 7 días de la semana, donde se aborda el trastorno desde la mirada farmacológica, psicoeducativa y psicosocial. Esta terapia se denomiina Terapia Multisistémica MST por sus siglas en inglés y aborda integralmente a los niños y adolescentes con Trastornos conductuales que estén asociados a riesgo sociodelictual (por variables familiares, sociales, escolares, personales, etc), abordando a niños desde los 10 años en adelante.
Esta terapia se realiza en los diferentes espacios de socialización del niño o adolescente, concentrándose en las condiciones de riesgo delictual (www.seguridadpublica.gov.cl/programa24horas/).
Dentro de los principios de la MST se encuentran la comprensión integral de cómo interactúan los problemas identificados y el contexto sistémico, involucrando un esfuerzo conjunto de la familia, promoviendo el cambio a largo plazo (De la Peña, F. 2003).

La estrategia que rige este programa sigue el establecimiento de 9 principios que busquen identificar concretamente las dificultades conductuales, las fortalezas del sistema y sus debilidades, el establecimiento de reglas prácticas a nivel familiar e individual, generalización de los logros de la familia, entre otros, con una disponibilidad permanente del terapeuta y del equipo que tiene detrás, con sesiones de al menos 2 veces a la semana. Por lo tanto una intervención de este tipo requiere del compromiso permanente de todos los agentes involucrados con una mirada sobre los diferentes focos que mantienen y perpetúan un trastorno como el descrito al que se suman características antisociales (De la Peña, F. 2003). De este modo se busca reducir al máximo la probabilidad de que un niño o adolescente llegue a la edad adulta y desarrolle una carrera delictual.

martes, 11 de julio de 2017

Trastornos Conductuales en la niñez y adolescencia e intervenciones psicoterapéuticas N°2


Etiología de los Trastornos Conductuales
Existen varias investigaciones que han buscado las causas u origen de los Trastornos conductuales. Muchos han señalado que en la carrera criminal ya en la edad adulta, existe una psicopatía a la base y que ésta puede identificarse desde la niñez (Romero, E. 2001). En efecto esta clasificación puede ser demasiado extrema y reduccionista, dejando fuera variables sociales, familiares y del desarrollo particular de la personalidad en un niño y adolescente. Esta misma autora señala que existe evidencia de cierta continuidad entre los problemas de conducta en la infancia y la conducta antisocial ya en la vida adulta (Robins, 1966 en Romero, E. 2001) a estos resultados se debe hacer el reparo de que no existe una relación causal (directa y exponencial) entre ambos, ya que no todos los niños con Trastorno de conducta desarrollarán un Trastorno antisocial.

De acuerdo a investigaciones más recientes (De la Peña, F. 2003) se necesita de otras condiciones que en interacción podrían dar lugar al desarrollo de Etiología de los Trastornos Conductuales, una patología mayor, tales como el temperamento infantil con patrones oposicionistas, psicopatología parental, disfunción familiar, factores comunitarios y escolares, negligencias y abusos y hasta factores genéticos.

lunes, 10 de julio de 2017

Trastornos Conductuales en la niñez y adolescencia e intervenciones psicoterapéuticas N°1

El Manual de los Criterios Diagnósticos DSM V de la American Psychiatric Association (2014) clasifica los trastorno conductuales bajo la categoría de Trastornos destructivos del control de los impulsos y de la conducta, incluyendo en este apartado el Trastorno negativista desafiante, el Trastorno explosivo intermitente, el Trastorno de conducta propiamente tal, el Trastorno de la personalidad antisocial (cuya descripción se encuentra mejor en los Trastornos de personalidad), Piromanía, Cleptomanía y otros especificados y no especificados. (APA, 2014).
En esta clasificación el Trastorno de conducta implica amenaza e intimidación a otros, inicio de peleas, uso de armas que podrían provocar daño a terceros, ejercicio de la violencia sobre personas o animales, la comisión de robos y destrucción de propiedad, incumplimiento de normas sociales y familiares entre otras, todas estas características pueden tener un inicio infantil (antes de los 10 años), un inicio adolescente (después de los 10 años) o bien no especificado. Asimismo pueden existir las emociones pro sociales limitadas, falta de remordimiento o culpabilidad, despreocupación por su rendimiento, afecto superficial o deficiente y carencia de empatía (APA, 2014).

Este tipo de trastorno también tiene comorbilidad con el abuso de alcohol o drogas (De la Peña, F., 2003), lo cual se sabe que aumenta la desinhibición de conductas, en especial cuando la persona se encuentra con otros que se comportan de forma similar.