miércoles, 12 de noviembre de 2014

Personalidad y su relación con otras patologías mentales

Las diferentes estructuras de personalidad presentan una tendencia a desarrollar ciertos trastornos mentales, cuya aparición, además se ve determinada por ambientes favorables o adversos. Si bien es cierto que las personalidades no son un sinónimo de salud o patología, la estructura neurótica se estima como aquella que provee una mejor adaptación y por ende a menos patologías adyacentes. Lo frecuente acá son descompensaciones que se expresan en trastornos ansiosos, conversivos, disfunciones sexuales en el adulto y trastornos adaptativos.


Por su parte las estructuras de tipo limítrofe, suelen descompensarse expresando adicciones, trastornos de la identidad sexual, depresiones, trastorno bipolar y trastornos del control de impulsos. En cambio, las estructuras de tipo psicótico suelen presentar cualquier cuadro o combinación de patologías mentales, siendo las más frecuentes la esquizofrenia, trastornos delirantes y algunas de las patologías asociadas a la personalidad limítrofe. 

Personalidad en la infancia y adolescencia

Por lo general, no se puede hablar de estructura de la personalidad en los niños, ya que no se encuentra integrada hasta la adolescencia. Sin embargo, desde la mirada del psicoanálisis, se puede definir ciertos funcionamientos mentales, sean neuróticos, limítrofes o psicóticos, desde la infancia y adolescencia, de acuerdo a su desarrollo emocional, social y moral. El criterio para definir estos funcionamientos mentales son los mismo que para los adultos, siempre teniendo presente el curso de desarrollo normal y lo esperado para cada etapa evolutiva.

Lo más relevante en este período es que el tipo de funcionamiento puede variar significativamente, producto de intervenciones terapéuticas o por experiencias sanadoras (lo que llaman “cura espontánea”) o perturbadoras. Por ello el tipo de funcionamiento mental puede ser observado a través de ciertos indicadores como la capacidad de adecuación a las situaciones de examen psicológico, pudiendo discriminar el niño entre lo que es fantasía de lo que es realidad, además se observa el grado de tolerancia a la frustración, los niveles de adaptación generales y la capacidad para establecer un vínculo colaborador con el profesional que lo observa. Este último punto es esencial, ya que el no poder vincularse con otros es el indicador más común de esta patología.

Por otro lado, un niño con un funcionamiento mental tendiente a lo psicótico, se observa seriamente perturbado, con inhibición total o una desorganización de la conducta, como se caracterizan por la dificultad para adecuarse a la realidad, distorsionan los vínculos con los otros, observando en ellos personas u objetos que no son en la realidad. Se ha descrito además que estos niños presentan sueños y fantasías habitadas con personajes en extremo crueles, tanto hacia sí mismos como hacia otros.

Otras características de estos niños son las estereotipias o perseveraciones en las conductas verbales, siendo común los neologismos, las actitudes extrañas o grotescas. Debido a todo lo anterior lo más frecuente son los fracasos a nivel escolar producto de la dificultad en el aprendizaje.

Un menor con un funcionamiento mental que tiende a lo limítrofe presenta inhibiciones o inadecuaciones en su conducta, pero no evidencian una ausencia total de discriminación entre fantasía y realidad, por ello no presentan conductas bizarras.

Del mismo modo, la crueldad en los personajes de sus fantasías y sueños es menor, aunque la violencia no está totalmente ausente. Por otro lado se puede observar alteraciones de la imagen corporal y de la imagen psicológica de sí mismo.

Existe en estos niños una predisposición a desarrollar trastornos depresivos, ansiosos, de conducta y otras dificultades de rendimiento escolar, que no son producto de deficiencias intelectuales.

Por último, los niños con un funcionamiento mental de tipo neurótico se adecuan a la realidad que los rodea y por ende a las situaciones de examen diagnóstico. Su capacidad de tolerancia a la frustración, de aprendizaje y el manejo de sus fantasías dependen de las características particulares de cada niño y de las áreas que se encuentren en conflicto, aunque por lo general se dan buenos resultados. Así cuando existen conflictos en un área psicológica se observará mayor distorsión y rigidez, pero en el resto su funcionamiento será adecuado, con personajes en su fantasía y sueños con elementos amorosos y agresivos integrados.

La configuración más clara de los rasgos que determinarán la personalidad final se pueden observar a fines de la adolescencia. Debido a las variables propias del desarrollo estos rasgos suelen ocultarse durante la infancia, a pesar de ser posible observar rasgos desadaptativos en este periodo.


Estructura de personalidad tipo Psicótico

Acá se pueden observar las mayores alteraciones, la persona posee una pobre capacidad para definirse en términos de su identidad personal y por ende en la imagen de los otros. Esta persona se observa necesitada y limitada, incluso en ocasiones se percibe una identidad que socialmente no se reconoce, creyendo ser otra persona, como por ejemplo “ser un extraterrestre”.

Asimismo, esta persona atribuye características animadas a seres inanimados o viceversa, por lo que no existe un límite entre lo real e irreal, entre lo interno y lo externo. Por lo que la prueba de realidad está alterada y gravemente deteriorada. Cuando esta persona se enfrenta a situaciones de extrema ansiedad tiende a presentar delirios y alucinaciones, en situaciones más tranquilas y estables existe incapacidad para auto observarse o de empatizar con otros. Los pensamientos, afectos y conductas resultan extraños para el observador, y se relaciones sólo con partes del todo general.


Estructura de personalidad tipo Limítrofe

Continuando con las características de los trastornos de personalidad, el tipo limítrofe carece de una identidad integrada, lo que se llama como síndrome de difusión de identidad, ello quiere decir que la persona no tiene un concepto de sí mismo que integre sus aspectos positivos y negativos de una manera coherente y estable en su conciencia global. Como consecuencia, las otras personas también son percibidas como “entes parciales” y poco realistas, así evalúan a los otros como extremadamente buenos o extremadamente malos, alternando entre estas dos situaciones.

Por otro lado, el autoconcepto es pobre, extremo y contradictorio, existen sentimientos de vacío crónicos con afectos y conductas contradictorias. En la relación con los otros también se puede observar contradicciones, la relación es distorsionada, se pueden mostrar preocupados con culpa, pero no pueden desarrollar estrategias para reparar el daño en esa relación en una forma profunda. Lo más frecuente son los fracasos en las relaciones afectivas, volviéndose inestables.


Otra característica de esta estructura de la personalidad es la mantención de la prueba de realidad, pero existe un deterioro en capacidad de auto observarse y de empatizar con otros, siendo especialmente susceptibles a la crítica negativa de los otros. 

Estructura de personalidad Neurótica

La organización neurótica de la personalidad se caracteriza por poseer una identidad integrada, expresada en un concepto coherente claro y definido de sí mismo y de los otros. La persona mantiene la sensación de continuidad en el tiempo, se compromete con sus elecciones y es fiel a sí mismo en distintos planos como el vocacional, laboral, religioso, moral, etc. Del mismo modo reconocen que las personas tienen aspectos buenos y aspectos malos, pero las integran adecuadamente, lo que permite establecer relaciones afectivas estables y profundas. Existe culpa, preocupación y empatía con respecto a los sentimientos de otro.


Por otro lado, se usan mecanismos de defensa llamados “altos”, que se basan en la represión de los conflictos (no tener conciencia del conflicto es reprimirlo, obligándolo a permanecer en un nivel inconsciente), estos mecanismos permiten manejar adecuadamente la angustia, expresándose mayor espontaneidad y flexibilidad. Conforme a lo descrito estas personas difícilmente pierden el juicio de realidad, no hay distorsiones del pensamiento, sentimientos y comportamiento, o ello ocurre en un grado mínimo ante un conflicto psicológico o una patología asociada como la depresión.