1. Escasa
flexibilidad en la adaptación: se expresa en un patrón escaso y rígido de
estrategias alternativas que una persona utiliza para lograr sus objetivos y
enfrentar conflictos cotidianos, en especial en la relación con otros. Así,
esta persona resulta incapaz de adaptarse a los acontecimientos, producto de
ese escaso repertorio conductual, cognitivo y afectivo.
2. Tendencia
a vínculos distorsionados: una
alteración a nivel de la personalidad desencadena una serie de alteraciones
patológicas, que se perpetúan producto de la propia alteración, es decir, el
propio sujeto perpetúa sus dificultades, provoca conflictos nuevos y pone en
marcha círculos viciosos autodestructivos que intensifican el malestar
psicológico. Esta tendencia a establecer vínculos afectivos con otros
distorsionados tiene su origen en la calidad del apego con la figura materna en
la primera infancia.
3. Debilidad
del yo: el “yo” se define como la instancia psicológica que regula la
adaptación entre las exigencias internas y externas, mientras más fuerte es ese
“yo”, mejor se toleran las tensiones y conflictos entre las demandas internas y
la realidad externa. Por lo tanto una debilidad del “yo” se expresa en baja
tolerancia a la ansiedad, dificultad en el control de los impulsos (por ello se
dice que los niños tienen un “yo” inmaduro), baja tolerancia a la frustración,
etc.
No hay comentarios:
Publicar un comentario