La
organización neurótica de la personalidad se caracteriza por poseer una
identidad integrada, expresada en un concepto coherente claro y definido de sí
mismo y de los otros. La persona mantiene la sensación de continuidad en el
tiempo, se compromete con sus elecciones y es fiel a sí mismo en distintos
planos como el vocacional, laboral, religioso, moral, etc. Del mismo modo
reconocen que las personas tienen aspectos buenos y aspectos malos, pero las
integran adecuadamente, lo que permite establecer relaciones afectivas estables
y profundas. Existe culpa, preocupación y empatía con respecto a los
sentimientos de otro.
Por
otro lado, se usan mecanismos de defensa llamados “altos”, que se basan en la
represión de los conflictos (no tener conciencia del conflicto es reprimirlo,
obligándolo a permanecer en un nivel inconsciente), estos mecanismos permiten
manejar adecuadamente la angustia, expresándose mayor espontaneidad y
flexibilidad. Conforme a lo descrito estas personas difícilmente pierden el
juicio de realidad, no hay distorsiones del pensamiento, sentimientos y
comportamiento, o ello ocurre en un grado mínimo ante un conflicto psicológico
o una patología asociada como la depresión.
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