El
estrés ha sido un tema de gran preocupación, aunque sólo en la actualidad se le
ha definido de forma sistemática e investigado, en especial en la caso de los
niños. Es reconocido que el estrés representa un aspecto inevitable de la vida,
que marca una diferencia en el funcionamiento social entre individuos de
acuerdo al modo de enfrentarlo.
En
nuestra sociedad actual el rendimiento personal, el éxito económico y la
eficacia se han convertido en un valor importante que se les exige a todas las
personas, incluyendo los niños y adolescentes quienes además de superar las
tareas escolares, realizan un número diverso de actividades extraescolares.
Como resultado de ello, muchos sufren de un intenso malestar cuando las demandas
del ambiente desbordan las estrategias y recursos con que cuenta para
afrontarlos.
Definición
Para
definir el concepto de estrés, podemos abordarlo desde tres perspectivas:
1. El estrés como estímulo
2. El estrés como respuesta adoptada por el
organismo
3. El estrés como interacción entre el
organismo y su entorno
El
estrés como estímulo puede entenderse como aquellos acontecimientos ambientales
que obliga a la persona a realizar cambios adaptativos, lo que desencadena un
aumento de la tensión emocional y dificulta los patrones normales de
respuesta. Así existirían distintos
estímulos estresores, como los agudos o limitados en el tiempo, por ejemplo una
visita del niño al doctor; secuencias estresantes como la muerte de uno de los
padres; estresores intermitentes crónicos como los exámenes escolares; y los
estresores crónicos continuos como el niño que es objeto de abusos físicos
recurrentes.
Desde
la perspectiva del estrés como respuesta, se puede hablar de la reacción de
estrés. Y se encuentran entre ellas las alteraciones perceptivas,
motivacionales, conductuales, fisiológicas, etc. Se ha definido un continuo de respuestas al
estrés, desde las más normales y adaptativas, o no patológicas hasta las
claramente desadaptativas, las que se conocen como las respuestas típicas de
estrés.
Los
tipos de emociones que suelen acompañar al estrés son negativas, tales como
ansiedad, miedo, ira, depresión o dolor. Cuando el estrés es agudo suele
aparecer mayormente la ansiedad y el mido, pero cuando se vuelve crónico
aparece el estado de ánimo depresivo.
Entre
las respuestas fisiológicas ante el estrés encontramos:
• Cardiovascular: aumento de ritmo cardíaco,
aumento de presión arterial y arritmias.
• Temblor, aumento del ritmo respiratorio,
incremento de la sudoración, dilatación de las pupilas, reducción de la
salivación.
• Liberación de glucosa, aumento de
colesterol.
• Incremento de secreciones gástricas.
• Aumento de tamaño o de actividad de la
tiroides.
• Degeneración de los riñones, etc.