• La respuesta del niño debe incluir temor,
desesperanza y terror intenso, característico es el comportamiento
desestructurado o agitado.
• Reexperimentación persistente del
acontecimiento traumático.
• Evitación persistente de los estímulos
asociados al trauma y dificultad en la capacidad de respuesta del sujeto.
• Síntomas persistentes de activación.
Según
la edad del niño es cómo se manifiesta este tipo de estrés, así tenemos:
En
la edad preescolar los niños tienden a mostrar reacciones desorganizadas
globales, miedos relacionados con el trauma u otros eventos, apego excesivo e
irritabilidad. En la edad escolar, se observan preocupaciones somáticas,
dificultades para dormir y problemas de rendimiento.
En
los adolescentes se observa una mayor comprensión cognitiva de lo que significa
el trauma vivido. A pesar de ello suelen presentan síntomas depresivos,
llegando a presentar ideación suicida o intentos directos de suicidio, además
presentan desinterés por actividades que antes disfrutaban, irritabilidad,
reacciones de ira intensa o agresividad, en conjunto con sentimientos de culpa
por sobrevivir cuando otros han muerto.
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