El
género es el conjunto de prácticas, símbolos, representaciones, normas y
valores sociales que las sociedades elaboran a partir de la diferencia sexual
anátomo -fisiológica, y que dan sentido a la satisfacción de los impulsos
sexuales, a la reproducción y en general a la relación entre las personas. Al
mismo tiempo el sistema de género define atributos, formas de relación,
especialización, valores, jerarquías, y espacios en que organiza a los
individuos según asignatura de género. Junto con la identidad de género, es
necesario distinguir orientación sexual, que se refiere a la preferencia del
sexo que debe poseer el/la compañero/a sexual, lo que da pie a diversas
orientaciones como heterosexual, bisexual, homosexual.
La
identidad es el sistema unitario de representaciones de sí, elaboradas a lo
largo de la vida de las personas, a través de las cuales se reconocen a sí
mismas y son reconocidas por los demás como individuos particulares y miembros
de categorías sociales distintivas.
Muy
temprano en el desarrollo de la identidad personal los sujetos se piensan en
tanto mujeres u hombres. En este sentido la identidad de género es la
elaboración simbólica que cada cultura constituye a partir de la categorización
de las personas en diferentes sexos. Dicha codificación implica que nuestro
conocimiento sobre el sexo no corresponde exclusivamente a las características
anatómicas, sino más bien, el género es el saber que asigna significados a las
diferencias corporales.
La
identidad de género remite al ser hombre y ser mujer y se encuentra en la base
del sistema de sexo, construyéndose por referencia al otro. Este sistema asigna
identidades y define la relación entre los géneros, pero a su vez, cada sujeto
asume los elementos de la identidad asignada y le va añadiendo elementos
optados, de modo que la identidad del sujeto se construye a partir de la
experiencia vivida, su identidad está siempre en interacción con el mundo,
situada en los espacios definidos por la cultura.
La
identidad de género resulta de un proceso de socialización donde los sujetos no
nacen miembros de una sociedad, sino con una predisposición hacia la
sociabilidad para luego ser miembros. El punto de partida de este proceso lo
constituye la internalización, a través de la aprehensión e interpretación de
un acontecimiento objetivo (los valores de la sociedad, las costumbres
culturales, las diferencias familiares, etc.) que expresa cierto significado y
que quedan grabados en la mente de la persona.
La
identidad de género se adquiere en este proceso de socialización, la distinción
sexo/género sugiere que existan características, necesidades y posibilidades
dentro del potencial humano que están conscientes e inconscientemente
suprimidas, reprimidas y canalizadas en el proceso de producir hombres y
mujeres. Así mismo, dicho proceso es paulatino y transcurre ligado con el ciclo
vital de los individuos. El aprendizaje de género es muy temprano, lo vemos ya
en la primera infancia. Los infantes van adquiriendo los estereotipos sociales
genéricos conforme van construyendo su noción de mundo y de sí mismos.
Involucra, además, a la totalidad del medio social en que se encuentran
insertos. El infante aprende el género a través de imágenes primero, viendo,
por ejemplo, las relaciones de sus padres y sus hermanos y otras personas.
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