domingo, 18 de mayo de 2014

Estrés infantil y juvenil

El estrés ha sido un tema de gran preocupación, aunque sólo en la actualidad se le ha definido de forma sistemática e investigado, en especial en la caso de los niños. Es reconocido que el estrés representa un aspecto inevitable de la vida, que marca una diferencia en el funcionamiento social entre individuos de acuerdo al modo de enfrentarlo.

 

En nuestra sociedad actual el rendimiento personal, el éxito económico y la eficacia se han convertido en un valor importante que se les exige a todas las personas, incluyendo los niños y adolescentes quienes además de superar las tareas escolares, realizan un número diverso de actividades extraescolares. Como resultado de ello, muchos sufren de un intenso malestar cuando las demandas del ambiente desbordan las estrategias y recursos con que cuenta para afrontarlos.

Definición

Para definir el concepto de estrés, podemos abordarlo desde tres perspectivas:

1.    El estrés como estímulo

2.    El estrés como respuesta adoptada por el organismo

3.    El estrés como interacción entre el organismo y su entorno

El estrés como estímulo puede entenderse como aquellos acontecimientos ambientales que obliga a la persona a realizar cambios adaptativos, lo que desencadena un aumento de la tensión emocional y dificulta los patrones normales de respuesta.  Así existirían distintos estímulos estresores, como los agudos o limitados en el tiempo, por ejemplo una visita del niño al doctor; secuencias estresantes como la muerte de uno de los padres; estresores intermitentes crónicos como los exámenes escolares; y los estresores crónicos continuos como el niño que es objeto de abusos físicos recurrentes.

Desde la perspectiva del estrés como respuesta, se puede hablar de la reacción de estrés. Y se encuentran entre ellas las alteraciones perceptivas, motivacionales, conductuales, fisiológicas, etc.  Se ha definido un continuo de respuestas al estrés, desde las más normales y adaptativas, o no patológicas hasta las claramente desadaptativas, las que se conocen como las respuestas típicas de estrés.

Los tipos de emociones que suelen acompañar al estrés son negativas, tales como ansiedad, miedo, ira, depresión o dolor. Cuando el estrés es agudo suele aparecer mayormente la ansiedad y el mido, pero cuando se vuelve crónico aparece el estado de ánimo depresivo.

Entre las respuestas fisiológicas ante el estrés encontramos:

     Cardiovascular: aumento de ritmo cardíaco, aumento de presión arterial y arritmias.

     Temblor, aumento del ritmo respiratorio, incremento de la sudoración, dilatación de las pupilas, reducción de la salivación.

     Liberación de glucosa, aumento de colesterol.

     Incremento de secreciones gástricas.

     Aumento de tamaño o de actividad de la tiroides.

     Degeneración de los riñones, etc.

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