viernes, 6 de noviembre de 2015

Psicólogos y proceso terapéutico

IV. 

En este punto podríamos hablar de la importancia de que tanto niños como adultos puedan establecer una nueva forma de relación, con otro que comprenda empáticamente el trauma y promueva esta nueva forma de vinculación, lo que en general se da en un contexto psicoterapéutico, entre psicólogo y paciente.

Desde una perspectiva psicodinámica, el vínculo entre el paciente y el terapeuta debe ser establecido desde el principio y constituirá la base de un tratamiento más a largo plazo.

En este enfoque se espera que el paciente lleve a sesión sus relaciones, con sus figuras primarias, y las repita en la relación con su psicólogo, en este sentido el psicólogo deberá ser lo suficientemente hábil y haber recibido un entrenamiento adecuado para percibir, reflejar, interpretar y mostrar, esta relación primaria, que el paciente se empeñaría en repetir una y otra vez, cuando esta relación va teñida por un Trauma en la psiquis, es decir mentalizar.

Es imprescindible que desde el proceso terapéutico, el profesional logre identificar las fortalezas, las defensas si se quiere llamar así, de modo de poder usar aquellas que resultan adaptativas para la vida actual de la persona. Sobre esa base es posible ver al niño (en el adulto) que fue altamente traumatizado, empatizar con su dolor, reconocerlo como víctima. En este reconocimiento se puede observar la relación desigual entre una persona que abusó (maltrató, castigó, traumatizó) a un niño en el pasado.

Pero es también esencial que terapeuta fomente la capacidad de auto observarse como un sobreviviente, en este punto caben los recursos personales, que permitan el desarrollo de ese niño dañado, ofreciendo una nueva perspectiva, más allá del dolor, de la rabia o de la tristeza, es decir, fomentar la capacidad de resiliencia, sanando heridas.

Una forma de promover esta capacidad es desarrollar un contexto seguro y confiable en la terapia, como decía en párrafos anteriores, la experiencia de un vínculo nuevo, sano, seguro y estable permite la emergencia de la resiliencia.

Otra manera de estimular esta capacidad es la de visualizar al paciente como una persona, no cosificándolo, respetando su experiencia pasada, sus pensamientos presentes y su comportamiento actual, por perturbador que pueda parecer a los ojos externos.

No está demás señalar que en este tipo de intervenciones psicológicas, como en cualquier terapia, un encuadre claro, preciso, explícito a la vez que flexible para abordar permite también la seguridad en la nueva relación y el nacimiento de un nuevo hombre, permitiendo la integración de las experiencias pasadas, las traumáticas, en nuevas representaciones resilientes.


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