IV.
En este punto podríamos hablar de la importancia de
que tanto niños como adultos puedan establecer una nueva forma de relación, con
otro que comprenda empáticamente el trauma y promueva esta nueva forma de
vinculación, lo que en general se da en un contexto psicoterapéutico, entre psicólogo
y paciente.
Desde una perspectiva psicodinámica, el vínculo
entre el paciente y el terapeuta debe ser establecido desde el principio y
constituirá la base de un tratamiento más a largo plazo.
En este enfoque se espera que el paciente lleve a sesión sus relaciones, con sus figuras
primarias, y las repita en la
relación con su psicólogo, en este sentido el psicólogo deberá ser lo
suficientemente hábil y haber recibido un entrenamiento adecuado para percibir,
reflejar, interpretar y mostrar, esta relación primaria, que el paciente se
empeñaría en repetir una y otra vez, cuando esta relación va teñida por un
Trauma en la psiquis, es decir mentalizar.
Es imprescindible que desde el proceso terapéutico,
el profesional logre identificar las fortalezas, las defensas si se quiere
llamar así, de modo de poder usar aquellas que resultan adaptativas para la
vida actual de la persona. Sobre esa base es posible ver al niño (en el adulto) que fue altamente traumatizado,
empatizar con su dolor, reconocerlo como víctima. En este reconocimiento se
puede observar la relación desigual entre una persona que abusó (maltrató,
castigó, traumatizó) a un niño en el pasado.
Pero es también esencial que terapeuta fomente la
capacidad de auto observarse como un sobreviviente, en este punto caben los
recursos personales, que permitan el desarrollo de ese niño dañado, ofreciendo
una nueva perspectiva, más allá del dolor, de la rabia o de la tristeza, es
decir, fomentar la capacidad de resiliencia, sanando heridas.
Una forma de promover esta capacidad es desarrollar
un contexto seguro y confiable en la terapia, como decía en párrafos anteriores,
la experiencia de un vínculo nuevo, sano, seguro y estable permite la
emergencia de la resiliencia.
Otra manera de estimular esta capacidad es la de
visualizar al paciente como una persona, no cosificándolo, respetando su
experiencia pasada, sus pensamientos presentes y su comportamiento actual, por
perturbador que pueda parecer a los ojos externos.
No está demás señalar que en este tipo de
intervenciones psicológicas, como en cualquier terapia, un encuadre claro,
preciso, explícito a la vez que flexible para abordar permite también la seguridad
en la nueva relación y el nacimiento de un nuevo hombre, permitiendo la
integración de las experiencias pasadas, las traumáticas, en nuevas
representaciones resilientes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario