El trastorno disocial ya nos
indica que por los comportamientos que esta teniendo el menor, lo en un
principio fue un trastorno de conducta paso a un trastorno oposicionista
desafiante y a ahora se ha tornado en un a dificultad mayor. Cuando notemos que
los comportamientos de nuestro alumno se enmarquen en la conductas o características de este
trastorno, lo que podemos hacer como profesores es relativamente escaso, no
podemos hacer frente a esto solos, y muchas veces los padres ya se han visto
superados.
Muchas veces estos menores ya
tienen problemas en distintos contextos, sea en el colegio, o en la casa, con
amigos y preferentemente con la autoridad. La mayoría ya está en situación de
ser suspendidos o expulsados o con una historia de comportamientos inadecuados.
Estos menores están en una
línea de riesgo, ya que están a punto de ser “abandonados por el sistema”, ya
nadie sabe que hacer con ellos. El profesor deberá atender a esto, informando a
los padres para que tomen cartas en el asunto y le den la ayuda profesional
necesaria y deberán comprometerse todas las personas que rodeen al menor.
En primer lugar, hay que
seguir las indicaciones das anteriormente, como por ejemplo, no entrar en la
dinámica del menor y mantener un comportamiento docente comprometido y
controlado. Estos menores generan sensaciones de rabia, de molestia y “ganas de
retarlos o reprenderlos”, esto sólo nos indica el grado de trastorno que
presenta el menor, si nos enganchamos con esto y actuamos emocionalmente
daremos señales de perder el control de la situación. Es importante que el
profesor siempre esté informado respecto de la naturaleza de los problemas de
sus alumnos para que su visión abarque un campo de visión mayor y reconozca que
tras un comportamiento perturbador hay un origen profundo.
No es nada sencillo
interactuar con un menor que tenga este tipo de comportamientos, generalmente
no responden a nuestros avances y generan sensaciones de impotencia. Por lo
tanto lo que nos queda por hacer es:
Reconocer las dificultades del
menor y el origen de sus problemas
No engancharnos con su
dinámica de comportamiento
Ser concientes de los que nos
provoca emocionalmente y profesionalmente el menor y usar esto como
indicaciones útiles para ser utilizadas en beneficio del alumno
No desafiarlo, porque el
alumno rápidamente aceptara el desafió, por ejemplo, no lo hagas o te saco de
la sala, y el alumno dice ¡sáqueme, me da lo mismo¡
Mantener una actitud ecuánime
frente a sus comportamientos
Activar los mecanismos de
ayuda del establecimiento escolar (generalmente escasos)
Nunca se olvide de mantener
una actitud de respeto al alumno y de buena voluntad hacia él
Informar a los padres e
involúcralos
No actuar solos, sino
colaborativamente con los profesores o estructuras escolares asociadas (UTP,
Orientación, por ejemplo).
Buscar ayuda y asesoramiento
profesional.
*Generalmente estos menores
ya están con problemas de malas juntas o han agotado todas las instancias de
ayuda. Pero aún así siempre mantengamos la actitud de ayuda hacia el alumno, ya
que estos alumnos tienen en su repertorio historias reiteradas de rechazo y de
abandono.
No hay comentarios:
Publicar un comentario