Todos estos son
elementos de apoyo importantes en esa atmósfera que debe rodear el proceso de
enseñanza – aprendizaje. Por otro lado, esas actitudes proporcionan modelos que
los alumnos imitarán y los aprenderán como repuestas a situaciones que los
afecten para bien o para mal.
Es básico que el
profesor conozca a sus alumnos, por lo que cualquier conducta anormal en él
deberá ser observada por un tiempo, para luego intervenir. Desde luego, no es
el profesor quien se encargará de diagnosticar a un alumno con patología
psicológica, por lo que ante cualquier síntoma extraño deberá reunirse con el
orientador, psicólogo o psicopedagogo del establecimiento educacional,
planteándole las observaciones hechas al alumno. Dependiendo de esta
conversación, es que se llamará a los padres a una citación, con ellos y en
presencia del profesional especializado se le expondrán los síntomas observados
en el menor, demostrándoles que él posee un problema y que debe ser objeto de
evaluación y eventual tratamiento psicoterapéutico.
En dicha reunión
se determinará la necesidad de realizar una evaluación externa, ante lo cual
los padres deberán comprometerse a llevar al niño a un centro de atención
psicológico, especializado en el trato con niños o adolescentes. Luego de
realizada la evaluación, el psicólogo o psiquiatra encargado enviará al colegio
un informe psicológico, el cual contendrá los ítems más importantes para la
escuela, en él además se incluirán algunas sugerencias para ser seguidas por
los profesores dentro de la sala de clases.
Una vez que el
niño se ha diagnosticado con cierto trastorno, el profesor deberá citar a los
padres nuevamente y realizar una retroalimentación del problema del niño,
explicando la patología, sus causas y cómo el colegio va a apoyar al menor en
su tratamiento.
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