El
procedimiento pedagógico a seguir en caso de las fobias es similar al utilizado
para la ansiedad y miedos en la infancia, se le debe brindar seguridad al niño,
confianza para hablar y para expresar su temor.
En el caso de
las fobias simples o específicas, se le debe dar un poco de tiempo para que
ésta evolucione hasta remitir, presentando atención a cualquier signo que
indique gravedad del cuadro. Se le expondrá gradualmente al objeto temido,
mediante dibujos, cuadros, etc. y se comentará en grupo las percepciones de lo
visto, así el niño podrá identificar qué elementos son comunes de ser temidos y
cuáles no lo son, por ejemplo temor a los payasos.
Para la fobia
escolar se sigue un procedimiento similar al de la ansiedad de separación, se
le pide a los padres que junto al profesor, realicen un recorrido por la sala
de clases, por el colegio y las salas de multiuso, para que tome familiaridad
con el lugar, luego se le presentan a otros profesores y trabajadores del
colegio, recordándole que puede acudir a ellos en caso de angustia. Del mismo
modo, se permitirá que el niño acuda a las primeras clases con sus padres, uno
o ambos, y que este permanezca en la sala de clases por un periodo de tiempo
que se irá acortando gradualmente.
También se le
puede explicar que sólo lo acompañarán en los recreos o tiempos de distracción,
para progresivamente dejarlo solo. Asimismo, se puede cambiar el horario de
llegada a clases, la cual se puede retrasar por algunas horas, para acercarse
poco a poco de la hora real de entrada al colegio.
Dentro de la
sala de clases se debe estimular al menor a que participe de las actividades,
las cuales serán lúdicas de preferencia, poco estructuradas en términos de
reglas, pero delimitadas en espacio físico. Promoviendo la participación de
todos los alumnos en dichas actividades. Por último se le debe dar tiempo para
que tome confianza en el ambiente escolar, y que de a poco descubra que no es
una situación amenazante.
Finalmente,
para las fobias sociales, se debe trabajar en la autoestima del menor,
prestándole atención a los pequeños actos que realice bien, reforzándolo cada
vez que termine una tarea o responda una pregunta, de ese modo se puede
practicar individualmente entre profesor y alumno una o dos preguntas que se harán
en clases, anticipándole la respuesta correcta, de modo de que cuando se haga
la pregunta al curso él sepa la respuesta, alentándolo a levantar su mano y
responder, reforzando positivamente el hecho, quizás no en público, pero por lo
menos en privado.
En todo caso,
el profesor debe representar una figura cercana, de contención y que brinde
seguridad, por lo que su tono de voz debe ser acorde con la fobia del niño
nunca gritarle a él o sus compañeros, ni tener explosiones de otro tipo con
colegas.
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