El
estudio del desarrollo humano implica un conocimiento integral de los cambios
constitucionales y aprendidos que se están sucediendo dentro de un proceso
continuo, inherente y evolutivo, donde es importante entender la integración y
organización de las distintas conductas en cada etapa del proceso.
El
desarrollo humano se define como; “Conjunto
de transformaciones interrelacionadas que se ubican u ordenan en un lugar
específico dentro del continuo temporal que constituye la vida del individuo”.
(Thomae).
El
desarrollo es un proceso gradual y
progresivo de construcción y formación de la personalidad. Es decir, lo
contrario a lo que en algún momento se planteó desde el Preformismo, en donde
se planteaba que el hombre estaría formado desde la concepción, por lo que sólo
requeriría desplegarse hasta su configuración final. Esta visión, sólo apunta a
considerar al desarrollo como crecimiento y no como un proceso de transformaciones.
Desde un
punto de vista descriptivo general, el desarrollo se define como un proceso de diferenciación e integración. La diferenciación
es el proceso de emergencia de elementos y funciones que componen el sistema
del comportamiento, por lo que necesariamente implica especialización. Un
ejemplo de esto, lo constituye la emergencia del lenguaje. Previo a que surja
el lenguaje se requiere que el niño pueda oír, que sea estimulado a hablar, que
tenga intención de comunicarse, que presente maduración en su aparato
fonoarticulatorio, entre otros elementos que al unirse, permiten que el niño
comience a hablar.
La
integración en tanto, le da sentido y significación a las partes diferenciadas.
Es lo que permite incorporar una emergencia en el sistema del comportamiento.
El proceso de integración es propio y distintivo de los organismos vivientes.
Ambos
(diferenciación e integración), son dos procesos indisociables. Sin embargo,
aunque indisociables, en el desarrollo de los niños se presentan momentos de
mayor diferenciación, que corresponden a la aparición acelerada de importantes
funciones o capacidades, produciendo desintegraciones relativas del sistema del
comportamiento que son llamadas fases
críticas del desarrollo. Un ejemplo de esto lo constituye la llamada edad
de la obstinación, en donde debido al surgimiento de nuevas funciones o
capacidades, el niño se muestra lábil emocionalmente, irritable, terco, egoísta
y por ende difícil de manejar tanto para su padres como entorno cercano.
En otros
momentos, prevalecen los procesos de integración que se reconocen por una mayor
estabilidad y unidad del sentido de la conducta y son las fases intencionales.
Un ejemplo de esto lo constituye la edad
escolar, etapa en donde se observa una mayor estabilidad en el sistema del
comportamiento debido a que se han ido incorporando los cambios y emergencias
propias de la etapa de desarrollo anterior. Es así como un niño en edad escolar
es sociable, se interesa por aprender, es solidario, lo contrario a la edad de
la obstinación antes descrita.
El
desarrollo humano, es el estudio científico de cómo cambian las personas y cómo
permanecen algunos aspectos con el correr del tiempo. Dichos cambios pueden ser
de dos maneras:
1. Cambios cuantitativos: variación
en el número o la calidad de algo, como la estatura y el peso.
2. Cambios cualitativos: se
presenta en el carácter, la estructura o la organización, como la naturaleza de
la inteligencia de una persona.
Dentro de
las áreas del desarrollo humano tenemos:
a.
Desarrollo físico: cambios corporales, de las capacidades sensoriales y de las
habilidades motrices que forman parte del desarrollo físico e influyen en el
intelecto y personalidad.
b.
Desarrollo social y de la personalidad: cambios que se refieren a la forma en
cómo la persona se relaciona con los otros y cómo expresa emociones y
sentimientos.
c.
Desarrollo cognitivo: cambios en las facultades mentales como el aprendizaje,
la memoria, el razonamiento, el pensamiento y el lenguaje.
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