La primera pregunta que nos debemos hacer antes de hablar
de evaluación de apego es si los instrumentos usados para ello realmente lo miden.
Diversos investigadores recomiendan una lista de requerimientos para que así
sea (Pierrehumbert, 2003 en Díaz & Blánquez, 2004):
1. La evaluación debe tener en cuenta la etapa del
desarrollo en que se encuentra el niño.
2. Los instrumentos deben medir y observar las relaciones y
el tipo de vínculo entre padres e hijo.
3. La observación necesariamente tiene que contemplar los
diferentes ambientes en donde se desenvuelven las díadas, tanto en situación de
juego como el comportamiento en casa.
4. En los casos en que se requiera, se debiera posibilitar
la observación directa.
5. Deben contemplar no sólo el desarrollo del niño, sino también,
la historia familiar, como antecedentes psiquiátricos, situación actual y
función de cada padre en la relación con el hijo.
De este modo, la
evaluación de la calidad de los estilos de apego entre madres e hijos permite
la detección de problemas en forma precoz, tanto en el niño como en su familia,
lo cual constituye una estrategia preventiva positiva para la formación de
rasgos crónicos de personalidad (CEEIN, 2008).
En las primeras
evaluaciones de apego en niños de 0
a 24 meses, en especial las realizadas por Bowlby y
Ainsworth, se utilizó principalmente la observación naturalista, en que se
identificaron algunos patrones de comportamiento que caracterizaban la
interacción entre madre e hijo. De acuerdo a estos resultados se han creado
otros métodos de evaluación más sistemáticos, los que permiten focalizar la
observación con criterios básicos para identificar los patrones de las
relaciones de apego (Camargo, Mejía, Herrera & Carrillo, 2007).
Uno de los
instrumentos que se utiliza para evaluar apego en el primer año de vida del
niño, generalmente entre los 12 y los 18 meses de edad, por tanto no es
aplicable en bebés de menos de un año. Consiste en la observación de diversas
situaciones en que se puede examinar el vínculo madre – hijo, y Mary Ainsworth la denominó: Situación Extraña (Strange
Situation), y fue diseñado para observar la manera en que el niño maneja el
estrés, el cual es promovido por la novedad del contexto y cómo reacciona ante
las separaciones, otro elemento estresante, de su figura de apego (Cantón &
Cortés, 2005). Consiste en ocho episodios de situaciones estresantes
presentadas en un orden creciente estándar para todas las personas. Esto se
realiza en una sala o lugar de laboratorio. Se utilizan las respuestas del bebé
frente a separaciones breves de uno de los padres y sus respuestas a las
reuniones con él (Main, 2000), específicamente y luego de un período de escaso
tiempo de familiarización con el entorno, en donde se incluye un adulto
desconocido que también está presente, la madre deja la sala, quedando al niño
solo con el desconocido y unos juguetes, durante otros escasos minutos. Lo que
se espera observar son las distintas conductas de apego que realiza el niño en
las distintas situaciones estresantes respecto a su cuidador principal y así
poder establecer cuáles es el estilo de apego predominante. Permite apreciar cómo reacciona el niño ante la
presencia de un extraño y ante la ausencia de su cuidador principal, activando
mecanismos de vínculo que son los que regularmente usa en situaciones
similares. Además, permite observar cómo responde la madre y qué herramientas
utiliza para tranquilizar al niño y dar sensación de seguridad (Sadurní, Rostan
& Serrat, 2003). Sin embargo, pese a que este tipo de evaluación tuvo éxito
práctico, el procedimiento tiene ciertas deficiencias que restringen su real
utilidad respecto al estudio del desarrollo de las relaciones de apego, como el
hecho de que la expresión de algunos aspectos del vínculo de apego se da en un
contexto con un guión incorporado, aunque teóricamente la relación se debe
observar en un ámbito natural, principalmente, en el hogar. Además, como otra
limitante, está el hecho de que el ambiente de la Situación Extraña
ha sido premeditadamente estructurado para poder examinar cómo funciona la
relación madre-hijo como alivio del estrés generado por la situación y el
ambiente nuevos, y la separación pauteada (Cantón & Cortés, 2005).
Otro de los
instrumentos que evalúa la calidad del vínculo de apego es la Escala de Apego durante
Stress (ADS). Es una prueba que permite evaluar a la madre y su hijo, entre los
0 y 18 meses de edad, en su interacción durante momentos de stress para el bebé.
Fue creado en 1978 por Henry Massie y Kay Campbell (CEEIN, 2008), con el
objetivo de obtener criterios efectivos, observacionales claros y conductuales,
de la evaluación de la calidad del vínculo entre la madre/cuidador y el bebé, tanto
desde el punto de vista de la madre como del bebé, a través de la observación
de los siguientes aspectos: contacto visual (mirada),
vocalización, tocando (dos tipos: (a) búsqueda de contacto piel a piel y (b)
evitación del contacto piel a piel), sosteniendo, afectos compartidos,
proximidad o cercanía. Este instrumento tiene la característica de poseer
un uso práctico, de rápida y fácil administración, codificación y corrección
(CEEIN, 2008).
Para nuestra realidad nacional, la Escala Massie-Campbell
de Observación de Indicadores de Apego Madre-Bebé en Situaciones de Stress
(ADS), ha sido la más adecuada para su aplicación, ya que posee los estándares
básicos de validez y confiabilidad y ha sido utilizada en diversos estudios de
apego temprano tanto en poblaciones de bajo nivel socioeconómico y alto riesgo
(Aguilar & Andía, 2008)
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