viernes, 19 de abril de 2013

Evaluación del apego en la infancia temprana


La primera pregunta que nos debemos hacer antes de hablar de evaluación de apego es si los instrumentos usados para ello realmente lo miden. Diversos investigadores recomiendan una lista de requerimientos para que así sea (Pierrehumbert, 2003 en Díaz & Blánquez, 2004):

1. La evaluación debe tener en cuenta la etapa del desarrollo en que se encuentra el niño.
2. Los instrumentos deben medir y observar las relaciones y el tipo de vínculo entre padres e hijo.
3. La observación necesariamente tiene que contemplar los diferentes ambientes en donde se desenvuelven las díadas, tanto en situación de juego como el comportamiento  en casa.
4. En los casos en que se requiera, se debiera posibilitar la observación directa.
5. Deben contemplar no sólo el desarrollo del niño, sino también, la historia familiar, como antecedentes psiquiátricos, situación actual y función de cada padre en la relación con el hijo.

De este modo, la evaluación de la calidad de los estilos de apego entre madres e hijos permite la detección de problemas en forma precoz, tanto en el niño como en su familia, lo cual constituye una estrategia preventiva positiva para la formación de rasgos crónicos de personalidad (CEEIN, 2008).

En las primeras evaluaciones de apego en niños de 0 a 24 meses, en especial las realizadas por Bowlby y Ainsworth, se utilizó principalmente la observación naturalista, en que se identificaron algunos patrones de comportamiento que caracterizaban la interacción entre madre e hijo. De acuerdo a estos resultados se han creado otros métodos de evaluación más sistemáticos, los que permiten focalizar la observación con criterios básicos para identificar los patrones de las relaciones de apego (Camargo, Mejía, Herrera & Carrillo, 2007).

Uno de los instrumentos que se utiliza para evaluar apego en el primer año de vida del niño, generalmente entre los 12 y los 18 meses de edad, por tanto no es aplicable en bebés de menos de un año. Consiste en la observación de diversas situaciones en que se puede examinar el vínculo madre – hijo, y Mary Ainsworth la denominó: Situación Extraña (Strange Situation), y fue diseñado para observar la manera en que el niño maneja el estrés, el cual es promovido por la novedad del contexto y cómo reacciona ante las separaciones, otro elemento estresante, de su figura de apego (Cantón & Cortés, 2005). Consiste en ocho episodios de situaciones estresantes presentadas en un orden creciente estándar para todas las personas. Esto se realiza en una sala o lugar de laboratorio. Se utilizan las respuestas del bebé frente a separaciones breves de uno de los padres y sus respuestas a las reuniones con él (Main, 2000), específicamente y luego de un período de escaso tiempo de familiarización con el entorno, en donde se incluye un adulto desconocido que también está presente, la madre deja la sala, quedando al niño solo con el desconocido y unos juguetes, durante otros escasos minutos. Lo que se espera observar son las distintas conductas de apego que realiza el niño en las distintas situaciones estresantes respecto a su cuidador principal y así poder establecer cuáles es el estilo de apego predominante. Permite apreciar cómo reacciona el niño ante la presencia de un extraño y ante la ausencia de su cuidador principal, activando mecanismos de vínculo que son los que regularmente usa en situaciones similares. Además, permite observar cómo responde la madre y qué herramientas utiliza para tranquilizar al niño y dar sensación de seguridad (Sadurní, Rostan & Serrat, 2003). Sin embargo, pese a que este tipo de evaluación tuvo éxito práctico, el procedimiento tiene ciertas deficiencias que restringen su real utilidad respecto al estudio del desarrollo de las relaciones de apego, como el hecho de que la expresión de algunos aspectos del vínculo de apego se da en un contexto con un guión incorporado, aunque teóricamente la relación se debe observar en un ámbito natural, principalmente, en el hogar. Además, como otra limitante, está el hecho de que el ambiente de la Situación Extraña ha sido premeditadamente estructurado para poder examinar cómo funciona la relación madre-hijo como alivio del estrés generado por la situación y el ambiente nuevos, y la separación pauteada (Cantón & Cortés, 2005).

Otro de los instrumentos que evalúa la calidad del vínculo de apego es la Escala de Apego durante Stress (ADS). Es una prueba que permite evaluar a la madre y su hijo, entre los 0 y 18 meses de edad, en su interacción durante momentos de stress para el bebé. Fue creado en 1978 por Henry Massie y Kay Campbell (CEEIN, 2008), con el objetivo de obtener criterios efectivos, observacionales claros y conductuales, de la evaluación de la calidad del vínculo entre la madre/cuidador y el bebé, tanto desde el punto de vista de la madre como del bebé, a través de la observación de los siguientes aspectos: contacto visual (mirada), vocalización, tocando (dos tipos: (a) búsqueda de contacto piel a piel y (b) evitación del contacto piel a piel), sosteniendo, afectos compartidos, proximidad o cercanía. Este instrumento tiene la característica de poseer un uso práctico, de rápida y fácil administración, codificación y corrección (CEEIN, 2008).

La Escala de Apego durante Stress permite observar y registrar estos seis indicadores, por parte de cualquier profesional de la salud entrenado para este fin. La escala ADS tiene dos pautas de observación a completar, una para el registro de las conductas del hijo y otra para las conductas de la madre o bien de su cuidador. Los puntajes obtenidos luego de su puntuación, permiten la observación de un perfil que identifica la interacción entre el bebé y su madre como indicadores de una tendencia hacia un estilo de apego específico (Seguro, Evitante y Ambivalente) (CEEIN, 2008).

Para nuestra realidad nacional, la Escala Massie-Campbell de Observación de Indicadores de Apego Madre-Bebé en Situaciones de Stress (ADS), ha sido la más adecuada para su aplicación, ya que posee los estándares básicos de validez y confiabilidad y ha sido utilizada en diversos estudios de apego temprano tanto en poblaciones de bajo nivel socioeconómico y alto riesgo (Aguilar & Andía, 2008)

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