Apego seguro: el
apego seguro se puede observar cuando el niño expresa con libertad el stress,
sentimientos de confianza, busca cariño, contención y mantiene tranquilidad en
periodos de exploración. Se observa una interacción sensible de la madre con su
hijo, con respuestas adecuadas a las señales del bebé, estas madres se
involucran más con sus hijos, expresando más emociones
positivas que negativas (Cantón & Cortés, 2005). Del mismo modo, las madres
son empáticas con las necesidades que manifiesta el hijo, donde el
cuidado es estable, predecible y coherente (MINSAL, 2008). Cuando un niño ha
desarrollado un apego seguro, puede explorar con seguridad alcanzando diversas
tareas en su desarrollo, llevándolo a su máximo potencial (Besoain &
Santelices, 2009).
Apego inseguro
evitante: Estos niños no expresan abiertamente el stress, porque no sienten que
la madre podrá confortarlo, así aparecen como independientes, controlados y con
pocas expresiones afectivas buscando la exploración y la lejanía física (MINSAL,
2008), pareciera ser un niño poco afectado por la separación con la figura de
apego, además suelen ignorar a la madre o cuidador principal cuando se
reencuentran (Díaz & Blánquez, 2004). La conducta de la madre se
caracteriza por resentimiento y rabia, oponiéndose a los deseos de su hijo, con
poco contacto físico positivo, siendo éste intenso e intrusivo (Cantón &
Cortés, 2005).
Apego inseguro
ambivalente: también llamado resistente ambivalente (Cantón & Cortés,
2005), los niños presentan conductas en extremo sensibles, con aferramiento a
la madre y con rabia en momentos de separación, ya que la busca de modo ansioso
y frustrado (MINSAL, 2008), agitándose en extremo cuando la figura de apego
desaparece de su vista, del mismo modo, cuando se encuentra nuevamente con la
madre, estos niños suelen adoptar dos conductas extremas: un apego excesivo o
bien el rechazo manifiesto, transformándose en la edad escolar en niños con
escasa asertividad y pobres relaciones sociales (Díaz & Blánquez, 2004).
Las madres en este estilo de apego son insensibles e inconsistentes en forma
predominante, pudiendo actuar en ocasiones de manera sensible pero en función
de sus propios deseos o estados de ánimo (Isabella, 1993 en Cantón &
Cortés, 2005).
Apego
desorganizado: Main & Salomón (1990 en Oates, 2007) suman a los anteriores
este cuarto tipo de apego entre niño y cuidador. Es un estilo de apego donde el
niño desarrolla un comportamiento desorientado, desordenado o desorganizado,
con pautas de conducta contradictorias como son movimientos incompletos o
precarios, además de expresar confusión al acercarse a sus padres. De este modo
el apego de estilo desorganizado es un quiebre en la pauta conductual y
experiencial de los otros estilos que subyacen, sea evitante, ambivalente o
seguro. El niño realiza conductas y expresiones extrañas, descontextualizadas o
de congelamiento (Goldstein, Larrain, Lecannelier & Pollack, 2008).
Lyon-Ruth y Jacobovitz (1999 en Oldham, Skodol & Bender, 2007) señalan que
estos niños pueden mostrar bloqueo, aplaudir (fuera de contexto), presentar
movimientos de cabeza sin estímulo aparente, y deseo de escapar de una situación,
incluso en presencia del cuidador. Los padres o cuidadores principales de estos
infantes los atemorizan con sus conductas, pues éstas tienden a ser caóticas,
intensas y desproporcionadas. Por la paradoja de que la fuente vincular es la
que no protege y, además, daña o atemoriza, estos niños se vuelven hiper-alertas
al entorno, pero poco comprensivos y mal adaptados al medio (Lecannelier,
2005), entre otras conductas desorganizadas.
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