I.
Los equipos multidisciplinarios que interactúan con
diversos beneficiarios de programas que tienen como objetivo disminuir la reincidencia
delictual y favorecer la reinserción social, tienden a acercarse a diversas
historias, que combinan hechos traumáticos, el dolor humano y las interacciones
familiares. Por ello es importante combinar los protocolos de acción profesional con la entrega de un
discurso promotor de los factores que favorezcan resurgir de entre estas
experiencias de vida, que incluso pueden provenir de diversas etapas del ciclo
vital. Estos elementos esenciales son el vínculo que se pueda llegar a lograr y
los elementos de resiliencia que se puedan favorecer en este espacio
relacional.
Para tener una aproximación a la relevancia del
tema abordado, revisaremos el concepto de trauma y sus efectos en la psiquis
humana. La raíz de las palabra impacto y trauma nos ayudan a entender la
profundidad conceptual implicada, así, Impacto es una palabra que proviene del
latín “impactus” y quiere decir in (hacia el interior) y pangere (fijar,
ensamblar). Trauma proviene del griego y significa literalmente herida (RAE,
2014). Al conocer ambos conceptos podemos fácilmente imaginar qué implica el
Trauma y la profundidad del Impacto en la mente de una persona. Intuitivamente
al pensar en Trauma se nos viene a la cabeza un evento, una separación, un
quiebre en la vida de tal magnitud que va a crear entonces este Impacto
emocional, sin embargo no siempre podemos determinar cómo y hasta dónde deja
una huella ese evento.
De acuerdo a Manuel Aburto (2007) desde cualquier
teoría psicológica donde se mire, el Trauma “connotará algo excesivo (…) que no
permite ser tramitado, articulado, ni integrado en su mente” (p. 92)
Como definición podemos agregar que Trauma podría
ser considerado como “sentimientos que
surgen de presenciar o experimentar hechos que ocasionan la muerte o la amenaza
de muerte o graves daños o amenazas a la integridad física o fisiológica, de sí
mismo o de otros (Shreiter, 2011).
Las reacciones traumáticas se desencadenan cuando “la acción no sirve de nada. Cuando no es
posible ejercer resistencia ni escapar,
el sistema humano de defensa propia se ve abrumado y desorganizado…los eventos
traumáticos producen cambios profundos y duraderos en la excitación
fisiológica, las emociones, la cognición y la memoria. Es más, las experiencias
traumáticas pueden dividir funciones que estaban integradas entre sí. La
persona traumatizada puede experimentar fuertes emociones, pero sin tener
recuerdos claros del hecho o puede recordar todo en detalle, pero sin emoción alguna.
Puede encontrarse a sí misma en un estado de vigilancia e irritabilidad
constante sin saber por qué. Los síntomas de trauma tienen tendencia a
desconectarse de su fuente y a tomar vida propia (Herman, 1997).
Dado lo anterior, es que nos damos cuenta de que los
efectos de trauma son permanentes y además, nos hemos percatado que son atemporales,
es decir, pueden manifestarse con fuerza en un tiempo más o menos cercano al
hecho en sí. Este es un elemento importante a tener en cuenta al interactuar
con personas.
Dentro del sinnúmero de (malas) experiencias que un
ser humano puede llegar a vivir se encuentran ciertos eventos traumáticos, entre
ellos los abusos físicos, psicológicos, sexuales, violencia social, terrorismo,
violencia intrafamiliar, muerte traumática de un ser querido, tortura,
accidentes, catástrofes naturales, entre otros. Sin embargo hay otros sucesos
que pueden desencadenar un Trauma, en especial cuando se transforma en una
situación permanente en el tiempo.
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