martes, 3 de noviembre de 2015

Vínculo, trauma y resilencia: intervenciones en el área sociodelictual

I.

Los equipos multidisciplinarios que interactúan con diversos beneficiarios de programas que tienen como objetivo disminuir la reincidencia delictual y favorecer la reinserción social, tienden a acercarse a diversas historias, que combinan hechos traumáticos, el dolor humano y las interacciones familiares. Por ello es importante combinar los protocolos  de acción profesional con la entrega de un discurso promotor de los factores que favorezcan resurgir de entre estas experiencias de vida, que incluso pueden provenir de diversas etapas del ciclo vital. Estos elementos esenciales son el vínculo que se pueda llegar a lograr y los elementos de resiliencia que se puedan favorecer en este espacio relacional.

Para tener una aproximación a la relevancia del tema abordado, revisaremos el concepto de trauma y sus efectos en la psiquis humana. La raíz de las palabra impacto y trauma nos ayudan a entender la profundidad conceptual implicada, así, Impacto es una palabra que proviene del latín “impactus” y quiere decir in (hacia el interior) y pangere (fijar, ensamblar). Trauma proviene del griego y significa literalmente herida (RAE, 2014). Al conocer ambos conceptos podemos fácilmente imaginar qué implica el Trauma y la profundidad del Impacto en la mente de una persona. Intuitivamente al pensar en Trauma se nos viene a la cabeza un evento, una separación, un quiebre en la vida de tal magnitud que va a crear entonces este Impacto emocional, sin embargo no siempre podemos determinar cómo y hasta dónde deja una huella ese evento.

De acuerdo a Manuel Aburto (2007) desde cualquier teoría psicológica donde se mire, el Trauma “connotará algo excesivo (…) que no permite ser tramitado, articulado, ni integrado en su mente” (p. 92)

Como definición podemos agregar que Trauma podría ser considerado como “sentimientos que surgen de presenciar o experimentar hechos que ocasionan la muerte o la amenaza de muerte o graves daños o amenazas a la integridad física o fisiológica, de sí mismo o de otros (Shreiter, 2011).

Las reacciones traumáticas se desencadenan cuando “la acción no sirve de nada. Cuando no es posible ejercer resistencia  ni escapar, el sistema humano de defensa propia se ve abrumado y desorganizado…los eventos traumáticos producen cambios profundos y duraderos en la excitación fisiológica, las emociones, la cognición y la memoria. Es más, las experiencias traumáticas pueden dividir funciones que estaban integradas entre sí. La persona traumatizada puede experimentar fuertes emociones, pero sin tener recuerdos claros del hecho o puede recordar todo en detalle, pero sin emoción alguna. Puede encontrarse a sí misma en un estado de vigilancia e irritabilidad constante sin saber por qué. Los síntomas de trauma tienen tendencia a desconectarse de su fuente y a tomar vida propia (Herman, 1997).

Dado lo anterior, es que nos damos cuenta de que los efectos de trauma son permanentes y además, nos hemos percatado que son atemporales, es decir, pueden manifestarse con fuerza en un tiempo más o menos cercano al hecho en sí. Este es un elemento importante a tener en cuenta al interactuar con personas.

Dentro del sinnúmero de (malas) experiencias que un ser humano puede llegar a vivir se encuentran ciertos eventos traumáticos, entre ellos los abusos físicos, psicológicos, sexuales, violencia social, terrorismo, violencia intrafamiliar, muerte traumática de un ser querido, tortura, accidentes, catástrofes naturales, entre otros. Sin embargo hay otros sucesos que pueden desencadenar un Trauma, en especial cuando se transforma en una situación permanente en el tiempo.


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