domingo, 15 de junio de 2014

Estrategias pedagógicas de intervención y manejo de la anorexia y bulimia PARTE II

Existen una serie de características personales que se deben tener en cuenta para detectar un posible trastorno de la alimentación:

•     Un historial de ligero sobrepeso: Alrededor del 33% de las pacientes tenían un ligero sobrepeso antes del comienzo de la anorexia nerviosa. De hecho, la enfermedad frecuentemente se inicia cuando la paciente se somete a una dieta estricta y luego no se detiene cuando llega al peso buscado. Algunas han perdido peso por alguna otra razón, como una enfermedad, luego se agradan de esa manera y continúan perdiendo peso.

•     Un excesivo deseo de agradar a los demás y evitar situaciones estresantes: Quizás porque se le ha enseñado a reprimir sus propios deseos, las personas que desarrollan anorexia a menudo desarrollan una extrema necesidad de acomodarse y tratar de hacer felices a los demás, algunas veces a expensas de sus propias felicidades y necesidades.

•     Una personalidad rígida, expresada en una excesiva necesidad de seguir reglas y una tendencia a criticar a los demás: Mucho se ha escrito de la rigidez de las anoréxicas; se piensa que ese rasgo se desarrolla a partir de la necesidad de la futura paciente de mantener el mayor control sobre su entorno, en parte porque carece de control real sobre su propia vida y en parte porque sus circunstancias pueden estar en cierto modo verdaderamente fuera de control.

•     Miedo a las situaciones nuevas: Las mujeres anoréxicas a menudo resulta haber sido jóvenes tímidas e introvertidas que evitaban situaciones nuevas. Esto quizás encaja con los problemas contra los que luchan respecto de la identidad y el control.

•     Elección de una afición o una carrera que concede gran importancia al peso: Las carreras de bailarina de ballet, modelo, actriz y deportistas son representativos por fomentar trastornos de la comida en las mujeres, debido al alto valor que se concede a poseer un aspecto delgado y, paradójicamente "saludable".

Más obvio resulta observar el cambio en la contextura corporal, así la baja de peso brusco aparece como significativo si éste se va reduciendo rápidamente sin mantenerse. Una comunicación personalizada con los padres y apoderados puede esclarecer las dudas respecto del problema de la joven. Por lo que resulta necesario incluir este tema como parte de los talleres para padres, señalando los aspectos a los cuales deben estar atentos para prevenir las complicaciones físicas.

Una vez que se ha detectado el problema es de suma urgencia que se derive a un especialista que evalúe los riesgos fisiológicos a los que puede estar expuesta la joven. Lo más problemático ante estos trastornos es realimentar a la persona quien ‘tiene terror a engordar’. La estrategia sugerida es aliarse con todos los profesionales que se encarguen del tratamiento, de modo de tener informados a todos de los avances o retrocesos de la enfermedad.

Al momento de enfrentarnos con una alumna con los trastornos debemos establecer y mantener una buena alianza, con ella y con sus padres. Si bien no nos podemos hacer cargo del problema en sí, podemos ayudar a controlar la ingesta de alimentos nutritivos en la escuela, mejorar el funcionamiento social de modo de recuperar las redes de apoyo, ya que muchas veces varias alumnas amigas cubren el conflicto.

Por otro lado, es útil dedicar en algunas horas de clases, tiempo para ejercicios de relajación, que permitan disipar la ansiedad y fortalecer el manejo del estrés. Además resulta conveniente realizar talleres de habilidades sociales, que fomenten las relaciones de amistad válida y suficiente para aumentar las redes de apoyo que puedan atender las crisis de angustia de la alumna con anorexia o bulimia.


En casos extremos, cuando la alumna ha sido hospitalizada debido a la inanición, se deben desarrollar programas de reinserción escolar, fomentando los hábitos de estudio, poniendo al día en las asignaturas perdidas, programando la toma exámenes atrasados, con un plazo determinado que no aumente la ansiedad, facilitando el curso normal del aprendizaje. Así se le debe dar apoyo en las asignaturas de mayor dificultad, siendo en algunos casos, necesario el apoyo pedagógico individual, aunque no existan alteraciones de aprendizaje. 

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