Existen
una serie de características personales que se deben tener en cuenta para
detectar un posible trastorno de la alimentación:
• Un historial de ligero sobrepeso: Alrededor
del 33% de las pacientes tenían un ligero sobrepeso antes del comienzo de la
anorexia nerviosa. De hecho, la enfermedad frecuentemente se inicia cuando la
paciente se somete a una dieta estricta y luego no se detiene cuando llega al
peso buscado. Algunas han perdido peso por alguna otra razón, como una
enfermedad, luego se agradan de esa manera y continúan perdiendo peso.
• Un excesivo deseo de agradar a los demás y
evitar situaciones estresantes: Quizás porque se le ha enseñado a reprimir sus
propios deseos, las personas que desarrollan anorexia a menudo desarrollan una
extrema necesidad de acomodarse y tratar de hacer felices a los demás, algunas
veces a expensas de sus propias felicidades y necesidades.
• Una personalidad rígida, expresada en una
excesiva necesidad de seguir reglas y una tendencia a criticar a los demás:
Mucho se ha escrito de la rigidez de las anoréxicas; se piensa que ese rasgo se
desarrolla a partir de la necesidad de la futura paciente de mantener el mayor
control sobre su entorno, en parte porque carece de control real sobre su
propia vida y en parte porque sus circunstancias pueden estar en cierto modo
verdaderamente fuera de control.
• Miedo a las situaciones nuevas: Las mujeres
anoréxicas a menudo resulta haber sido jóvenes tímidas e introvertidas que
evitaban situaciones nuevas. Esto quizás encaja con los problemas contra los
que luchan respecto de la identidad y el control.
• Elección de una afición o una carrera que
concede gran importancia al peso: Las carreras de bailarina de ballet, modelo,
actriz y deportistas son representativos por fomentar trastornos de la comida
en las mujeres, debido al alto valor que se concede a poseer un aspecto delgado
y, paradójicamente "saludable".
Más
obvio resulta observar el cambio en la contextura corporal, así la baja de peso
brusco aparece como significativo si éste se va reduciendo rápidamente sin
mantenerse. Una comunicación personalizada con los padres y apoderados puede
esclarecer las dudas respecto del problema de la joven. Por lo que resulta
necesario incluir este tema como parte de los talleres para padres, señalando
los aspectos a los cuales deben estar atentos para prevenir las complicaciones
físicas.
Una
vez que se ha detectado el problema es de suma urgencia que se derive a un
especialista que evalúe los riesgos fisiológicos a los que puede estar expuesta
la joven. Lo más problemático ante estos trastornos es realimentar a la persona
quien ‘tiene terror a engordar’. La estrategia sugerida es aliarse con todos
los profesionales que se encarguen del tratamiento, de modo de tener informados
a todos de los avances o retrocesos de la enfermedad.
Al
momento de enfrentarnos con una alumna con los trastornos debemos establecer y
mantener una buena alianza, con ella y con sus padres. Si bien no nos podemos
hacer cargo del problema en sí, podemos ayudar a controlar la ingesta de
alimentos nutritivos en la escuela, mejorar el funcionamiento social de modo de
recuperar las redes de apoyo, ya que muchas veces varias alumnas amigas cubren
el conflicto.
Por
otro lado, es útil dedicar en algunas horas de clases, tiempo para ejercicios
de relajación, que permitan disipar la ansiedad y fortalecer el manejo del
estrés. Además resulta conveniente realizar talleres de habilidades sociales,
que fomenten las relaciones de amistad válida y suficiente para aumentar las
redes de apoyo que puedan atender las crisis de angustia de la alumna con
anorexia o bulimia.
En
casos extremos, cuando la alumna ha sido hospitalizada debido a la inanición,
se deben desarrollar programas de reinserción escolar, fomentando los hábitos
de estudio, poniendo al día en las asignaturas perdidas, programando la toma
exámenes atrasados, con un plazo determinado que no aumente la ansiedad,
facilitando el curso normal del aprendizaje. Así se le debe dar apoyo en las
asignaturas de mayor dificultad, siendo en algunos casos, necesario el apoyo
pedagógico individual, aunque no existan alteraciones de aprendizaje.
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