Para hablar de
las psicopatías debemos hacer una distinción de los dos subgrupos que la
conforman, primero tenemos las adicciones y por otro lado las categorías de
agresividad, conductas evasivas y perturbadoras de niños y jóvenes.
Partiremos
hablando de las adicciones. Sabemos que el uso de sustancias que alteran el
estado anímico, las percepciones, las emociones y el pensamiento se conoce
desde los inicios de la humanidad. Sin embargo, es cierto que no llegó a
constituir una amenaza de tal magnitud para las personas, la familia y la
sociedad, al grado de requerir esfuerzos de la organización social para su
control y tratamiento, como existe actualmente.
El consumo de
drogas en culturas primitivas era aceptado y su uso era restringido a
ceremonias religiosas u otros ritos culturales, limitado en espacio, tiempo y
personas. Asimismo los preparados no tenían los refinamientos químicos que sí
tienen hoy. Tal uso no podía ser catalogado como abuso o adicción, de acuerdo a
lo que hoy conocemos.
Hoy en día el
uso de sustancias alucinógenas, con fines recreativos o de evasión de la
realidad es mucho más preocupante, tomando un giro dramático en la segunda
mitad del siglo XX. El refinamiento químico de las sustancias, junto a la
aparición de drogas sintéticas ha sido parte de este cambio, que está poniendo
en jaque todos los esfuerzos por prevenir el consumo, tratar a los afectados y
controlar el tráfico de tales sustancias.
La droga más
utilizada actualmente, que es catalogada como productora de dependencia es el
alcohol, producto que ocasiona un enorme daño a la salud pública y pérdidas
económicas anuales. A este problema se ha sumado el uso de otras sustancias
alucinógenas como la marihuana y alcaloides como la cocaína y pasta base.
Nos
encontramos hoy ante una situación sin precedentes, en donde las naciones de
mayor poder económico no han escatimado en esfuerzos para controlar el
problema, sin resultados evidentes.
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