martes, 11 de febrero de 2014

Autoestima


Los niños no pueden articular un concepto de su propio valor  sino hasta la edad de 8 años aproximadamente, pero con su comportamiento demuestran que tienen un concepto en desarrollo. En los niños pequeños, la autoestima, la opinión que una persona tiene de su propio valor, no se basa en una valoración realista de las capacidades o de los rasgos de la personalidad. De hecho, los niños entre 4 y 7 años suelen sobrevalorar sus habilidades. Por una parte, aún no cuentan con las destrezas cognoscitivas y sociales para compararse con precisión con respecto a otros niños; además, aunque lo pequeños pueden emitir conceptos sobre su competencia en diferentes actividades, aún no pueden clasificarlas según importancia y deben aceptar el criterio de los adultos quienes son la primera fuente de retroalimentación, y son esas opiniones sobre las cuales se basan los rudimentos iniciales de la autoestima.

 

Cuando la autoestima es alta, un niño está motivado para lograr sus metas. No obstante, si la autoestima está supeditada al éxito, los niños pueden ver el fracaso como una condena de su valor y sentirse desamparados para hacerlo mejor.

 

¿Qué es la Autoestima?

 

La autoestima es el sentimiento valorativo de nuestro ser, de nuestra manera de ser, de quienes somos nosotros, del conjunto de rasgos corporales, mentales y espirituales que configuran nuestra personalidad. Esta se aprende, cambia y la podemos mejorar.

 

Es a partir de los 5-6 años cuando empezamos a formarnos un concepto de cómo nos ven nuestros mayores (padres, maestros), compañeros, amigos, etcétera y las experiencias que vamos adquiriendo.

 

Según cómo se encuentre nuestra autoestima, será la responsable de muchos fracasos y éxitos, ya que una autoestima adecuada, vinculada a un concepto positivo de mí mismo, potenciará la capacidad de las personas para desarrollar sus habilidades y aumentará el nivel de seguridad personal, mientras que una autoestima baja enfocará a la persona hacia la derrota y el fracaso.

 

Baja Autoestima

 

Todos tenemos en el interior sentimientos no resueltos, aunque no siempre seamos conscientes de estos. Los sentimientos ocultos de dolor suelen convertirse en enojo, y con el tiempo volvemos el enojo contra nosotros mismos, dando así lugar a la depresión. Estos sentimientos pueden asumir muchas formas: odiarnos a nosotros mismos, ataques de ansiedad, repentinos cambios de humor, culpas, reacciones exageradas, hipersensibilidad, encontrar el lado negativo en situaciones positivas o sentirse impotentes y autodestructivos.

 

Cuando una persona no logra ser autentica se le originan los mayores sufrimientos, tales como, enfermedades psicológicas, la depresión, las neurosis y ciertos rasgos que pueden no llegar a ser patológicos, pero crean una serie de insatisfacciones y situaciones de dolor, como por ejemplo, timidez, vergüenza, temores, trastornos psicosomáticos.

 

La autoestima es importante porque es nuestra manera de percibirnos y valorarnos, como así también moldea nuestras vidas. Una persona que no tiene confianza en sí misma, ni en sus propias posibilidades, puede que sea por experiencias que así se lo han hecho sentir o por mensajes de confirmación o descalificación que son trasmitidos por personas importantes en la vida de ésta, que la alientan o la denigran.

 

Otra de las causas por las cuales las personas llegan a desvalorizarse, es por la comparación con los demás, destacando de éstos las virtudes en las que son superiores, por ejemplo: sienten que no llegan a los rendimientos que otros alcanzan; creen que su existencia no tiene una finalidad, un sentido y se sienten incapaces de otorgárselo; sus seres significativos los descalifican y la existencia se reduce a la de un ser casi sin ser. No llegan a comprender que todas las personas son diferentes, únicas e irrepetibles, por lo que se consideran menos que los demás.

 

La persona, va creciendo y formando su personalidad dentro del ambiente familiar, que es el principal factor que influye en la formación de la misma, ya que le incorpora a ésta, reglas y costumbres que a veces suelen ser contraproducentes. Algunos de los aspectos ya mencionados son incorporados, a la familia, por medio del "modelo" que la sociedad nos presenta, y éste es asimilado por todos los grupos sociales. Pero, la personalidad de cada uno, no sólo se forma a través de la familia, sino también, con lo que ésta cree que los demás piensan de ella y con lo que piensa de sí misma, al salir de este ambiente y relacionarse con personas de otro grupo diferente.

 

 

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