sábado, 31 de mayo de 2014

Trastorno por estrés postraumático

Se presenta este trastorno cuando aparecen síntomas tras la exposición a un acontecimiento estresante y extremadamente traumático, con peligro real para la propia vida o siendo testigo de amenaza real de la vida de otro. Es muy frecuente las memorias visuales repetidas del hecho traumático, los llamados flashback, las cuales pueden ser incluso olfativas. Algunos niños mayores de 4 o 5 años suelen revivir el trauma por medio de juegos o representaciones gráficas. Los síntomas del trastorno son:

 

     La respuesta del niño debe incluir temor, desesperanza y terror intenso, característico es el comportamiento desestructurado o agitado.

     Reexperimentación persistente del acontecimiento traumático.

     Evitación persistente de los estímulos asociados al trauma y dificultad en la capacidad de respuesta del sujeto.

     Síntomas persistentes de activación.

 

Según la edad del niño es cómo se manifiesta este tipo de estrés, así tenemos:

 

En la edad preescolar los niños tienden a mostrar reacciones desorganizadas globales, miedos relacionados con el trauma u otros eventos, apego excesivo e irritabilidad. En la edad escolar, se observan preocupaciones somáticas, dificultades para dormir y problemas de rendimiento.

 

En los adolescentes se observa una mayor comprensión cognitiva de lo que significa el trauma vivido. A pesar de ello suelen presentan síntomas depresivos, llegando a presentar ideación suicida o intentos directos de suicidio, además presentan desinterés por actividades que antes disfrutaban, irritabilidad, reacciones de ira intensa o agresividad, en conjunto con sentimientos de culpa por sobrevivir cuando otros han muerto.

Trastornos adaptativos asociados al estrés


Los niños y adolescentes se enfrentan a numerosas situaciones, debiendo adaptarse a los cambios y acontecimientos propios de su ciclo vital. El trastorno como tal se caracteriza por el desarrollo de síntomas emocionales o comportamentales, como respuesta a un estresante psicosocial identificable, que se presentan durante los meses siguientes a su inicio. Se puede clasificar como crónica cuando los síntomas se mantienen por más de seis meses. El estresor puede ser un evento simple o deberse a múltiples factores, así como inesperados o dependientes del ciclo vital del niño.

 

El Trastorno Adaptativo se divide en varios subtipos: 

 

     Con estado de ánimo depresivo: predominan el llanto, la tristeza y la desesperanza.

     Con ansiedad: predominan el nerviosismo, preocupación o inquietud, además de ansiedad de separación.

     Mixto con ansiedad y ánimo depresivo

     Con trastorno del comportamiento: predomina una alteración de la conducta normal del niño, tales como violación de reglas o normas sociales, vandalismo, peleas e incumplimiento.

     Con alteración mixta de las emociones y del comportamiento: comprende a todas las anteriores.

Estrés y Trastornos Psicológicos



Los niños enfrentan el estrés desde dos fuentes, el externo (familia, escuela) e interno (sentimientos y emociones), a ellos se adaptan de diferentes formas y con diversos resultados, no siendo siempre el resultado patológico. Sin embargo a veces sus reacciones no son suficientes para superar los conflictos y las estrategias que antes habían servido ya no son suficientes, ahí surgen los Trastornos Psicológicos.

Factores asociados al estrés


Factores que pueden influir en el impacto del estrés

Existen algunos factores que pueden influir en que una situación se evalúe como estresante, entre ellos tenemos:

 

1. Novedad: una situación nueva es estresante cuando existe una asociación previa con un daño, peligro o dominio. Mientras más ambigua es la situación, mayor es la probabilidad de interpretar erróneamente y experimentar incertidumbre y amenaza.

 

2. Incertidumbre del acontecimiento: un acontecimiento que es altamente incierto desencadenará más fácilmente una respuesta de estrés, ya que inmoviliza a la persona para reaccionar.

 

3. Inminencia: esto hace referencia al tiempo que transcurre antes de que ocurra un hecho estresante. Mientras mayor es el tiempo antes del acontecimiento mayor la probabilidad de que aparezca el estrés, ya que existe una reflexión, sufrimiento, pensamientos acerca de lo que sucederá.

 

4. Duración: es el tiempo que persiste en evento estresante, los estresores prolongados desencadenan mayor número de alteraciones psicológicas y físicas.

 

5. Ambigüedad: cuando surge información insuficiente o contradictoria sobre el estresor, aumenta la sensación de amenaza o peligro lo que fomenta la aparición del estrés.

Clasificación asociada al estrés


Clasificación

Existen distintos tipos de estresores psicológicos según se evalúe como daño o pérdida, amenaza o desafío. Los estresores infantiles más comunes vienen de la interacción con la familia, los amigos, los profesores y la escuela. Dentro de ellos encontramos:

 
Área familiar: nacimiento de un hermano, conflictos de relación con los padres, fallecimiento de abuelos o amigos vinculados con la familia, enfermedad grave de los abuelos, cambio de domicilio, etc.

 

Área escolar: cambio de escuela, cambio de ciclo pre básico, a básico o enseñanza media, repetición de curso, cambio de profesor, aumento de trabajo escolares o exámenes de fin de año.

 

Área social: pérdida de amigos, ingreso a un grupo nuevo, inicio de actividades deportivas o lúdicas, inicio de pololeos o término de éstos.

 

También se han descritos los estresores infantiles de acuerdo a la etapa evolutiva del niño. Así los estresores de un niño hasta los 6 años, se relacionan mayormente con la esfera familiar, como separación de la madre o padre, abandono, abuso.

 

Los niños entre los 7 y los 12 años son más sensibles a los estresores escolares, en cuanto el rendimiento, competencias en el juego y pertenecer a un grupo de amigos. Los adolescentes entre 13 y 18 años muestran mayor sensibilidad ante el cambio corporal y psicológico, la capacidad de independencia, el inicio de las relaciones sexuales, etc.

Respuestas al estrés


La respuesta de estrés se puede definir como síndrome general de adaptación, el cual incluye tres etapas:

 

1.    Reacción de alarma: que es la reacción del organismo cuando es expuesto repentinamente a diferentes estímulos a los que no se encuentra adaptado. Esta etapa tiene dos fases, la fase de choque que corresponde a la reacción inicial e inmediata al agente estresor, y la fase de contrachoque que es una reacción de rebote, acá aparecen las enfermedades típicamente asociadas al estrés.

 

2.    Etapa de resistencia: acá se produce la adaptación del organismo al estresor, desapareciendo los síntomas molestos.

 

3.    Etapa de agotamiento: esta etapa se produce si el estresor es suficientemente severo y prolongado, así reaparecen los síntomas iniciales, que pueden conducir a la muerte del organismo.

 

La tercera perspectiva, estrés en interacción con el ambiente, dice relación a la interacción que tiene el niño con su entorno, lo cual hace referencia a las demandas ambientales que se encuentran en desequilibrio con respecto a las respuestas que puede entregar de acuerdo a su edad y desarrollo.

domingo, 18 de mayo de 2014

Estrés infantil y juvenil

El estrés ha sido un tema de gran preocupación, aunque sólo en la actualidad se le ha definido de forma sistemática e investigado, en especial en la caso de los niños. Es reconocido que el estrés representa un aspecto inevitable de la vida, que marca una diferencia en el funcionamiento social entre individuos de acuerdo al modo de enfrentarlo.

 

En nuestra sociedad actual el rendimiento personal, el éxito económico y la eficacia se han convertido en un valor importante que se les exige a todas las personas, incluyendo los niños y adolescentes quienes además de superar las tareas escolares, realizan un número diverso de actividades extraescolares. Como resultado de ello, muchos sufren de un intenso malestar cuando las demandas del ambiente desbordan las estrategias y recursos con que cuenta para afrontarlos.

Definición

Para definir el concepto de estrés, podemos abordarlo desde tres perspectivas:

1.    El estrés como estímulo

2.    El estrés como respuesta adoptada por el organismo

3.    El estrés como interacción entre el organismo y su entorno

El estrés como estímulo puede entenderse como aquellos acontecimientos ambientales que obliga a la persona a realizar cambios adaptativos, lo que desencadena un aumento de la tensión emocional y dificulta los patrones normales de respuesta.  Así existirían distintos estímulos estresores, como los agudos o limitados en el tiempo, por ejemplo una visita del niño al doctor; secuencias estresantes como la muerte de uno de los padres; estresores intermitentes crónicos como los exámenes escolares; y los estresores crónicos continuos como el niño que es objeto de abusos físicos recurrentes.

Desde la perspectiva del estrés como respuesta, se puede hablar de la reacción de estrés. Y se encuentran entre ellas las alteraciones perceptivas, motivacionales, conductuales, fisiológicas, etc.  Se ha definido un continuo de respuestas al estrés, desde las más normales y adaptativas, o no patológicas hasta las claramente desadaptativas, las que se conocen como las respuestas típicas de estrés.

Los tipos de emociones que suelen acompañar al estrés son negativas, tales como ansiedad, miedo, ira, depresión o dolor. Cuando el estrés es agudo suele aparecer mayormente la ansiedad y el mido, pero cuando se vuelve crónico aparece el estado de ánimo depresivo.

Entre las respuestas fisiológicas ante el estrés encontramos:

     Cardiovascular: aumento de ritmo cardíaco, aumento de presión arterial y arritmias.

     Temblor, aumento del ritmo respiratorio, incremento de la sudoración, dilatación de las pupilas, reducción de la salivación.

     Liberación de glucosa, aumento de colesterol.

     Incremento de secreciones gástricas.

     Aumento de tamaño o de actividad de la tiroides.

     Degeneración de los riñones, etc.

sábado, 10 de mayo de 2014

Trastornos de la identidad sexual



El desarrollo de la identidad sexual puede sufrir perturbaciones, las que pueden expresarse clínicamente según la etapa evolutiva, ellos son:

 

1.    Asunción de características del sexo opuesto: se expresa en el deseo de ser o pertenecer al sexo opuesto, o bien asumir conductas típicas del otro sexo. Por ejemplo: en niños, la preferencia de vestir con ropas femeninas, usan toallas, delantales o pañuelos para similar faldas o pelo largo; dibujan niñas o princesas; prefieren ídolos femeninos de la televisión o música y las imitan; usan muñecas para desempeñar juegos que representan papeles de crianza, como peinar, comer, amamantarlas, vestirlas, etc. En las niñas, se observa insistencia en usar sólo ropa masculina, preferencia por juegos bruscos y de compañeros de juegos varones.

 

2.    Malestar persistente con el sexo asignado: se define por el rechazo a sus propios genitales y otros caracteres sexuales secundarios.

 

3.    No desarrollar conductas que se consideran típicas del sexo biológico: esto es más propio de los varones, se manifiesta en un rechazo por juegos bruscos, desinterés por el deporte, excesivo interés por actividades pasivas y dificultades al momento de integrar un grupo de pares masculino.

 

Cuando en un niño se expresan varias de estas conductas persistentes en el tiempo, las posibilidades de presentar alteraciones en la orientación sexual adulta son casi una regla. Los trastornos del desarrollo de la identidad sexual se inician en los años preescolares, incluso de han descrito casos de niños con dos años, sin embargo ya a partir de los cinco años el 90% de los niños con el trastorno manifiestan las características de uno u otro modo.

 

Los trastornos de identidad sexual se caracterizan por la existencia de una incongruencia entre el sexo anatómico del individuo y su propia identidad de género, entendida ésta como la propia percepción o conciencia de ser hombre o mujer.


 

Identidad y género


El género es el conjunto de prácticas, símbolos, representaciones, normas y valores sociales que las sociedades elaboran a partir de la diferencia sexual anátomo -fisiológica, y que dan sentido a la satisfacción de los impulsos sexuales, a la reproducción y en general a la relación entre las personas. Al mismo tiempo el sistema de género define atributos, formas de relación, especialización, valores, jerarquías, y espacios en que organiza a los individuos según asignatura de género. Junto con la identidad de género, es necesario distinguir orientación sexual, que se refiere a la preferencia del sexo que debe poseer el/la compañero/a sexual, lo que da pie a diversas orientaciones como heterosexual, bisexual, homosexual.

 

La identidad es el sistema unitario de representaciones de sí, elaboradas a lo largo de la vida de las personas, a través de las cuales se reconocen a sí mismas y son reconocidas por los demás como individuos particulares y miembros de categorías sociales distintivas.

 

Muy temprano en el desarrollo de la identidad personal los sujetos se piensan en tanto mujeres u hombres. En este sentido la identidad de género es la elaboración simbólica que cada cultura constituye a partir de la categorización de las personas en diferentes sexos. Dicha codificación implica que nuestro conocimiento sobre el sexo no corresponde exclusivamente a las características anatómicas, sino más bien, el género es el saber que asigna significados a las diferencias corporales.

 

La identidad de género remite al ser hombre y ser mujer y se encuentra en la base del sistema de sexo, construyéndose por referencia al otro. Este sistema asigna identidades y define la relación entre los géneros, pero a su vez, cada sujeto asume los elementos de la identidad asignada y le va añadiendo elementos optados, de modo que la identidad del sujeto se construye a partir de la experiencia vivida, su identidad está siempre en interacción con el mundo, situada en los espacios definidos por la cultura.

      

La identidad de género resulta de un proceso de socialización donde los sujetos no nacen miembros de una sociedad, sino con una predisposición hacia la sociabilidad para luego ser miembros. El punto de partida de este proceso lo constituye la internalización, a través de la aprehensión e interpretación de un acontecimiento objetivo (los valores de la sociedad, las costumbres culturales, las diferencias familiares, etc.) que expresa cierto significado y que quedan grabados en la mente de la persona.

 

La identidad de género se adquiere en este proceso de socialización, la distinción sexo/género sugiere que existan características, necesidades y posibilidades dentro del potencial humano que están conscientes e inconscientemente suprimidas, reprimidas y canalizadas en el proceso de producir hombres y mujeres. Así mismo, dicho proceso es paulatino y transcurre ligado con el ciclo vital de los individuos. El aprendizaje de género es muy temprano, lo vemos ya en la primera infancia. Los infantes van adquiriendo los estereotipos sociales genéricos conforme van construyendo su noción de mundo y de sí mismos. Involucra, además, a la totalidad del medio social en que se encuentran insertos. El infante aprende el género a través de imágenes primero, viendo, por ejemplo, las relaciones de sus padres y sus hermanos y otras personas.

Desarrollo psicosexual


El desarrollo psicosexual en términos de la normalidad está orientado a que se logren sucesivamente los objetivos específicos de las siguientes etapas:

 

     Identidad de género: identificación psicológica con el sexo biológico.

     Tipificación sexual: incorporación de los papeles diferenciados por cultura para cada sexo.

     Elección de pareja: orientación erótica hacia un determinado sexo.

     Integración armónica de la sexualidad: incluidos en los componentes de la personalidad adulta.

domingo, 4 de mayo de 2014

teorías que intentan explicar los aspectos involucrados en el desarrollo psicosexual


Teorías Biológicas: se centran en la influencia que tienen las hormonas sexuales pre natales en las conductas sexuales posteriores, lo que definiría el sexo biológico.

 
Teorías del Desarrollo Cognitivo: estas teorías relacionan el desarrollo psicosexual con el proceso de organización cognitiva. Cuando el niño está formando su propia identidad y papel sexual, se ve influido además por factores ambientales. Así los valores de lo que es masculino y femenino y sus respectivas conductas se desarrollan a partir de la necesidad de comportarse como tal, a partir del concepto que tiene el niño de sí mismo de ser hombre o mujer.

 
Teorías del Aprendizaje Social: se plantea acá que existe una imitación e identificación con modelos del mismo sexo, siendo reforzada esta conducta por el medio social.

 

Trastorno de la identidad sexual en la niñez


Ser hombre o ser mujer afecta a la gente en su aspecto, en la manera de mover su cuerpo y en su forma de trabajar, jugar y vestir. Esto influye en lo que piensan acerca de sí mismos y en lo que otros piensen de ellos. Todas estas características y otras más, están incluidas en la palabra género: lo que significa ser hombre o mujer.

 

El desarrollo sexual se puede entender como un proceso prolongado de maduración y de integración de la sexualidad en todas las dimensiones del ser humano, es decir, biológica, psicológica, social, moral y espiritual. Es un proceso que exige, en cada etapa del desarrollo, una adaptación y reestructuración personal para transformar eventualmente la sexualidad en conducta conciente, intencionada y humanizadora, para sí y para los demás.

 

Desde temprana edad el impulso sexual está canalizado por funciones cerebrales y psicológicas, las cuales hacen posible una conducta sexual aprendida y cada vez más conciente e intencionada. En la medida que cada persona tome conciencia de su propia sexualidad y la conoce en sus distintas dimensiones, la interpreta y le da significado. De ese modo la sexualidad humana se transforma en expresión afectiva, simbólica, lingüística, intelectual, valórica y espiritual. Mediante este proceso cada persona desarrolla tanto su identidad sexual (el ser hombre o mujer), como un sentido de intimidad (ser especial con otro). El sentirse valorizada y feliz como persona sexuada, es fundamental para la salud mental, y se da en el proceso de aceptación de sí misma y respeto por el otro, proceso que comienza en la infancia.

 

El desarrollo sexual humano se orienta a una integración de la sexualidad en la afectividad y ésta en un compromiso estable. A lo largo del desarrollo, la persona descubre que su sexualidad no se integra en primer lugar por el placer genital, sino por un conocimiento y un aprecio de la propia sexualidad y el ejercicio responsable de ella. El desarrollo moral sexual, entonces es la capacidad personal de determinar concientemente su sexualidad, dándole significado y valor como proyecto de vida libre y responsable.

Hipótesis explicativa de la obesidad


Posiblemente los factores etiológicos de carácter fisiológico, genético y orgánico son los más relevantes al momento de explicar la obesidad en niños. Desde otra perspectiva se han establecido ciertas hipótesis de origen psicológico que explicaría la obesidad.

 

Así Freud, mantenía que aquellos sujetos que no superaban determinadas etapas psicosexuales (oral, anal, fálica y genital) podrían presentar problemas de ajuste en la vida. De ese modo se plantea que la obesidad puede tener un origen en la infancia, en los periodos de alimentación con leche materna, mamadera y el destete, que en algunos casos puede provocar ansiedad en la etapa oral, constituyéndose en una causa subyacente de problemas de alimentación a futuro.

 

La mayoría de los estudios psicológicos al respecto apuntan a que la sobre ingesta alimentaria se debe a niveles de ansiedad elevados, del mismo modo los sujetos obesos en especial niños, tienen dificultades para percibir sus sensaciones corporales internas, entre ellas el hambre o saciedad, guiándose por estímulos externos, como la vista del alimento apetitoso.

 

jueves, 1 de mayo de 2014

Clasificación de la Obesidad



La obesidad puede clasificarse en función de cuatro factores:

 

1.    Los rasgos morfológicos del tejido adiposo

2.    La distribución anatómica del tejido adiposo

3.    La etiología

4.    La edad de comienzo

 

De acuerdo a los rasgos morfológicos del tejido adiposo, se distingue entre obesidad hipertrófica, que se debe a un aumento del contenido lipídico de las células adiposas, y la obesidad hiperplástica, que se caracteriza por un aumento del número de células adiposas. El segundo tipo es el más frecuente en la población infantil.

 

La distribución del tejido adiposo en el cuerpo conlleva a la distinción de otros dos tipos de obesidad, la obesidad androide, característica de los varones, con una mayor cantidad de grasa en la mitad superior del cuerpo, y la obesidad ginoide, típicamente femenina, donde la grasa se acumula fundamentalmente en la parte inferior.

Los tipos de obesidad de acuerdo a su etiología pueden organizarse en cinco grandes apartados:

     Obesidad como trastorno secundario a enfermedades endocrinas o lesiones hipotalámicas

     Obesidad asociada a síndromes genéticos

     Obesidad con posible origen genético (obesidad familiar)

     Obesidad de origen metabólico

 

Por último la obesidad puede clasificarse en función del nivel de sobrepeso, así sería leve, moderada o severa, en función del peso excedido.

 

Definición de la Obesidad


La obesidad es un problema multifactorial y heterogéneo, la mayoría de los autores centrados en sus estudios parece estar de acuerdo respecto de que se trata de una acumulación excesiva de grasa corporal innecesaria. Sin embargo, el exceso de grasa es difícil de medir, de ahí que se considera a un sujeto obeso como tal cuando ha excedido su peso ideal para edad, sexo, complexión física y estatura. Así es unánime el considerar como regla que es obeso aquel sujeto que excede el 20% del que sería el adecuado peso, tanto en poblaciones infantiles como adultas.

 

Algunos autores diferencian el sobrepeso de la obesidad, si bien desde la psicología se aplican tratamientos similares, el sobrepeso debería aplicarse cuando el peso del cuerpo es superior al 10 o 15% con respecto al ideal. Para la medición del grado o nivel de obesidad a partir del peso existen medidas estandarizadas para poblaciones adultas, sin embargo no son igualmente aplicables a la población infantil, dado el proceso de crecimiento continuo que les caracteriza.

 

Por ello, se plantea que para el caso de niños, debiera usarse en forma conjunto medidas de peso relativo (considerando altura y sexo) y de acumulación de grasa (medida en el grosos del pliegue subcutáneo de los tríceps).

Obesidad


De acuerdo a los manuales de clasificación de los trastornos mentales, la obesidad no se clasifica como un trastorno alimentario, no obstante se constituye en un problema relevante en lo que a salud física y mental del individuo se refiere.

 

No es menor la importancia que se otorga al papel de la obesidad en su relación con aspectos de carácter psicológico, en este sentido los sujetos obsesos presentan con mayor frecuencia síntomas depresivos, un nivel de ansiedad elevado y baja autoestima. Así, parece existir un acuerdo generalizado en torno a la influencia de los valores culturales, que dan valor a la delgadez, en la explicación de dichos aspectos, así existen estudios que marcan diferencias en cuanto al sexo, lo que señalaría que las mujeres y adolescentes se ven más afectadas que los varones.

 

No deja de ser paradójico y contradictorio el hecho de que en las sociedades occidentales impere un modelo de delgadez, cuando las mayorías de celebraciones y actos sociales se realizan en torno a la comida. Se establece así una pugna entre la cultura festiva y el valor cultural de la estética.

 

Inicialmente la conducta alimentaria de los niños se ve controlada, exclusivamente, por reflejos, siendo el malestar fisiológico provocado por el hambre lo que les incita a comer. Pasado el primer año de vida, el apetito del niño y su interés por la comida disminuye considerablemente, y el incremento del peso se vuelve lento.

 

Este intervalo de tiempo, que transcurre desde el primer año hasta los tres o cuatro, es especialmente vulnerable para la aparición de problemas alimentarios; los padres, acostumbrados a que su hijo coma de forma consistente y gane peso con frecuencia, se encuentran ahora con un niño que comienza a rechazar determinados tipos de alimentos y que no siempre tiene apetito, lo que puede dar lugar a una preocupación y ansiedad excesiva. La preocupación de los padres puede transformarse en una insistencia para que el niño coma, lo que desencadena, no sólo problemas en la interacción padre e hijo, sino que se crean hábitos de ingesta alimentaria inapropiados que se deben en mayor medida a los mensajes y órdenes emitidos por los padres a sus hijos que al tipo de alimento.

 

Cuando el niño cuenta con cinco o seis años, sus apetito vuelve a incrementarse; pero ahora existen ciertos hábitos instaurados que no siempre son adecuados; si a esto se le suma que tiene una mayor libertad y una menor supervisión para elegir alimentos en determinados contextos, por ejemplo lo que consume en la escuela, así la probabilidad de convertirse en un adulto obeso se ve incrementada.

Caracteríscticas comunes a la Anorexia y Bulimia


La mayoría de las personas que tienen trastornos alimentarios comparten ciertos rasgos de personalidad y desarrollan rituales anormales de alimentación como un medio para manejar el estrés y la ansiedad. A menudo, los rasgos de personalidad pueden incluir los siguientes:

 

      Baja autoestima, con sentimiento de desesperación y miedo a engordar.

      Impulsividad o excesivo autocontrol.

      Rasgos depresivos.

 

Una historia detallada del comportamiento del individuo de parte de la familia, los padres y maestros, observaciones del comportamiento del individuo y, algunas veces, un examen psicológico contribuyen a realizar el diagnóstico. Los familiares que observen síntomas detallados anteriormente en un ser querido pueden ayudar buscando una evaluación y tratamiento tempranos. El tratamiento temprano puede prevenir a menudo problemas futuros.