lunes, 18 de marzo de 2013

Fundamentos sobre la teoría del apego


La teoría del apego nace del trabajo de Bowlby y Ainsworth basado en las disciplinas de la etología, la cibernética, la psicología del desarrollo, el psicoanálisis y el procesamiento de la información (Altmann, Weigensberg, González, Angulo, Brovetto, Bonifacio, Noguiera, Sazón & Viera, 2001), y es una forma de comprender y conceptualizar los lazos afectivos que se generan entre los seres humanos como una tendencia natural, de modo de explicar además, las diversas formas de dolor emocional y otras alteraciones psicopatológicas, producto de la separación y pérdida afectiva (Marrone, 2001). Esta teoría se basa en la hipótesis de que existe en la persona (y en otras especies vivas) un sistema de apego que se activa cuando surge una amenaza, iniciándose una búsqueda de la figura vincular que proteja y regule (Moneta, 2003). De esta forma se observa que las relaciones con otros es parte fundamental de la naturaleza humana, donde las emociones más intensas surgen en la relación de apego, más aún, estas relaciones tempranas son determinantes en el desarrollo de la salud mental de una persona, debido a que se interpreta y manejan las relaciones actuales en base a estas experiencias iniciales de apego con el cuidador o la madre (Marrone, 2001).

Los estudios en psicología han demostrado que el vínculo de apego en la díada madre-hijo es un factor que repercute en la forma en cómo se establecen relaciones interpersonales futuras, influyendo en el bienestar psicológico y en el ajuste emocional (Farkas, Santelices, Aracena & Pinedo, 2008; Valdés, 2002; Altmann et al., 2001). La experiencia de seguridad, objetivo del sistema de apego, es un regulador de la experiencia emocional (Sroufe, 1996 en Fonagy, 2000), de esta forma este vínculo podría estar a la base de muchos trastornos mentales, de personalidad u otros y ser así el centro de una psicoterapia (Fonagy, 2000; Enríquez, Padilla & Montilla, 2008). Se sabe que niños con problemas en el vínculo de apego temprano tienen más riesgo de manifestar trastornos de conducta alimentaria, agresividad en edades escolares, trastorno oposicionista desafiante y mayores niveles de estrés que los llevan a mayores trastornos ansiosos en la adolescencia (Gómez, Muñoz & Santelices, 2008). Por otro lado, Bowlby (1988 en Moneta, 2003) señala la importancia del vínculo de apego en los sujetos adultos, en la medida en que éste influye en la capacidad de resiliencia y de respuesta a eventos estresantes.

La conducta de apego entre los seres humanos, sigue un modo reconocible y predecible, activándose por condiciones específicas y se finaliza por otras igualmente particulares. Del mismo modo, cumple una función básica de supervivencia y adaptación, ya que habilita la posibilidad de sobrevivir si se es asistido por otro ser humano, por tanto sólo opera en un sistema social (Marrone, 2001). Por otro lado, la conducta de apego es universal en cuanto es común a todos los seres humanos y es primaria, lo que quiere decir que no se supedita a otras necesidades como la autoconservación y la alimentación (Pinedo & Santelices, 2006).

La teoría del apego tal como se ha desarrollado, coloca su énfasis en la importancia de las funciones biológicas de los vínculos emocionales íntimos entre personas, en especial la que se establece entre un niño y su madre o cuidadores, como parte fundamental del ciclo vital de una persona, siendo el vínculo más sólido e importante de la vida del ser humano (Altmann et al., 2001). Por otro lado, en la evolución de esta teoría es clave la influencia de las relaciones de apego temprano en el posterior desarrollo de la personalidad y, por ende, en la psicopatología (Marrone, 2001; Pinedo & Santelices, 2006).